Blueberry

Realismo sucio en el Oeste

apache

Lo que primero me llamó la atención de las aventuras del teniente Blueberry fue lo sucio que parecía todo en aquellos dibujos. Las series de televisión sobre el «salvaje» oeste americano de las que disfrutamos los niños de los años setenta —Rin-tin-tin, El hombre del rifle, Bonanza, El llanero Solitario o El virginiano— se caracterizaban por lo guapos que eran sus protagonistas, lo bien afeitados que aparecían siempre en la pantalla y lo perfectamente planchados que lucían sus uniformes. Cuando vi por primera vez las viñetas de Giraud, me di cuenta de que un francés con sus ilustraciones me estaba contando cómo era la vida en aquellos tiempos y en aquellas tierras de una forma más fiel a la realidad que lo que los propios americanos hacían con sus cámaras de televisión y sus atractivos actores.

Las viñetas del teniente Mike Blueberry aparecieron en 1963, en la revista francesa de cómics Pilote. Su guion estaba escrito por el belga Jean-Michel Charlier (1924-1989) y el dibujo realizado por el francés Jean Giraud (1938-2012). La serie ha tenido otros dibujantes y guionistas, incluso aparecieron otras colecciones paralelas (Marshall Blueberry y La juventud de Blueberry), pero la esencia del personaje y los argumentos más conseguidos nos llegaron de la mano de la pareja Charlier-Giraud. Este último, utilizando el seudónimo de Moebius, consiguió aun mayor fama en el mundo del tebeo con sus historias de ciencia ficción.

La serie completa (incluyendo las colecciones paralelas antes citadas) está compuesta por cincuenta y tres volúmenes de los cuales treinta y dos fueron realizados por Charlier y Giraud. El resto no están mal, pero la calidad del dibujo y del guion es mucho más alta —en mi opinión— cuando la pareja original está al mando y trabaja unida. Entre los años 1973 y 1975 se publicaron cinco tomos de la colección que juntos forman una historia única. Se trata de los números del siete al once y tienen como títulos: Chihuahua Pearl, El hombre que valía 500.000 $, Balada por un ataúd, Fuera de la ley y Angel Face.

La aventura comienza cuando el teniente de la caballería de los Estados Unidos Mike Blueberry —que está destinado en Fort Navajo— patrulla en solitario la frontera con México. Observa como un grupo de militares mejicanos persiguen a un hombre a caballo y cruzan ilegalmente la frontera. Blueberry detiene a los mexicanos y los obliga a volver a su territorio. Persigue luego al fugitivo que termina cayendo por un precipicio y falleciendo. El muerto lleva bajo su camisa una carta dirigida al presidente de los Estados Unidos que el teniente entrega a su superior. A partir de aquí el insubordinado, borracho, mujeriego, y pendenciero Mike Blueberry se verá envuelto en una trama que lo llevará a ser expulsado del ejército, caer preso en México y ser acusado de robar un cargamento de oro. Chihuahua Pearl, una sexy corista que juega a dos bandas, lo enredará en sus intrigas y oscuras fuerzas que procuran un cambio de régimen político en los Estados Unidos intentarán aprovecharse de su mala estrella.

La habilidad de Charlier para crear convincentes personajes secundarios nos permitirá conocer por ejemplo a Duke O Shaughnessy, alias Angel Face («Joven truhán de buena familia que tiene que cruzar la frontera para huir de la horca») que va siempre acompañado de un Stradivarius —en su caja— del que no se separa pero que nunca toca, o al comandante Vigo, un corrupto oficial del ejército mexicano que aparecerá en otras aventuras de la serie y que sabe mucho más de lo que parece.

Respecto a Giraud —que vivió en México siendo joven— y su estilo, influyó mucho en él la lectura de los libros de Carlos Castaneda, y el nuevo misticismo en ellos enunciado. Compartió temas y trabajos en la relación con el chileno Alejandro Jodorowsky, con quien elaboró la obra maestra de ciencia ficción El Incal o la divertida ficción místico-cómica (con puntos biográficos), El corazón coronado. Todo lo que tuviera relación con el espíritu New Age era interesante para Giraud. Hollywood también apreció su personalísimo estilo solicitando su colaboración en el diseño de películas como Abyss, Tron y Alien, el octavo pasajero.

Leídos estos tebeos treinta años después, cuando uno ya es adulto, no decepcionan en absoluto. Y eso es debido al realismo de sus imágenes y la solidez de sus guiones. No me extrañaría nada que Charlier y Giraud hubieran asistido en la gran pantalla a varios pases de La trilogía del dólar: Por un puñado de dólares, La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo protagonizada por el insuperable Clint Eastwood y dirigida por el maestro Sergio Leone.

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