El erotismo, lo confieso, hizo que me aficionase a la ciencia ficción. Había visto en el cine la primera película de Star Wars, pero no me llamó mucho la atención. Quizás no tenía edad suficiente. En mi juventud, disfrutaba tanto con las ficciones del oeste, de guerra y de espadachines (ya fuera en celuloide o en papel) que no quería probar cosas nuevas. Pero una película «S», como entonces se etiquetaba a las cintas un tanto subidas de tono, vino a cruzarse en mi vida. Su título era Flesh Gordon, fue dirigida en 1974 por Michael Benveniste y Howard Ziehm, y parodiaba —incluyendo escenas delirantes de sexo incluso cuando no lo exigía el guion— el argumento de los clásicos tebeos de Alex Raymond. No solo se remedaban las aventuras galácticas de Flash Gordon, sino también los nombres de los protagonistas. Así Flesh (carne en inglés), el héroe, junto a su amada Dale Ardor (en lugar de Dale Arden) y el doctor Flexi Jerkoff (en lugar de Hans Zarkov. Nótese que jerkoff significa en inglés «masturbarse») tiene que luchar contra el emperador Wang (en lugar de Ming; wang en inglés coloquial significa «pene») que desde el planeta Porn (en lugar de Mongo) dirige un rayo sexual a la tierra. Los efectos de dichos ataques son inmediatos sobre la población terrestre: quien recibe la radiación se ve obligado a ponerse a fornicar de forma compulsiva. Actualmente, esta inestimable muestra del cine de serie B de los años setenta se puede ver en su integridad en YouTube.
La historia que en 1934 se le ocurrió a Alex Raymond (Nueva York, 1909-Connecticut, 1956) no era menos extravagante: Flash, un famoso jugador de polo y Dale, su novia, tienen que arrojarse en paracaídas después de que un meteorito (aunque la traducción al español fue «planeta») parta en dos una de las alas de su avión. Caen en las inmediaciones del laboratorio del doctor Zarkov, un científico que está preparando el lanzamiento de un cohete para que choque contra otro meteorito aún más grande que se acerca peligrosamente al planeta Tierra y amenaza con destruirlo. Zarkov, muy estresado porque lleva días sin dormir, a punta de pistola obliga a Flash y Dale, a los que confunde con espías, a subirse con él a la nave. Van a sacrificar sus vidas a cambio de salvar la Tierra. Finalmente el cohete no intercepta el meteorito, pero tras un largo viaje interespacial llegan al planeta Mongo donde gobierna de forma dictatorial el terrible y despiadado emperador Ming, al que se enfrentarán para derrocarlo. Debido al éxito de la serie, sus protagonistas se quedaron varios años en el planeta Mongo y vivieron las más variadas aventuras.
Flash Gordon comenzó a publicarse en 1934 en algunos suplementos dominicales de periódicos de tirada nacional. King Features Sindicate, una agencia de noticias que distribuía tiras cómicas, columnas y pasatiempos a cientos de periódicos de todos el mundo, viendo el éxito que la competencia tenía con Tarzán, Dick Tracy y Buck Rogers, encargó a Raymond tres historietas del mismo estilo y temática. Querían un hombre de la selva, un detective y un aventurero espacial. La imaginación de Raymond dio a luz a Jim de la jungla, al Agente Secreto X-9 y a Flash Gordon, que a la postre fue el personaje que más éxito y duración tuvo. Raymond se encargó de ilustrar las tres tramas recibiendo ayuda en los guiones. Dashiell Hammett, ya por entonces reconocido escritor de novela negra, fue el encargado del componer el guion de la primera parte del Agente Secreto X-9.
Flash Gordon está claramente inspirado por la novela apocalíptico-futurista, When worlds collide (Cuando chocan los mundos),de Philip Gordon y Edwin Balmer, que fue publicada en 1933. En ella se cuenta la aventura de un grupo de científicos que, una vez descubierto que dos grandes planetas, que se desplazan por el espacio a alta velocidad, van a entrar en el sistema solar y se dirigen peligrosamente contra la Tierra, organizan el traslado de un grupo de personas, de animales y de plantas —construyendo para ello grandes naves espaciales— al segundo de los planetas, el que no chocará con la Tierra y estabilizará su órbita alrededor del Sol. El objetivo principal de estos científicos es preservar la forma de vida humana.
Para un lector habitual de novela seria la trama de los tebeos de Flash Gordon puede resultar infantil o poco trabajada. Es necesario, a cada página, convencerse de que las maravillosas ilustraciones y la creatividad de Raymond en el diseño de ciudades y naves espaciales compensan la poca consistencia de los guiones. Otra manera de disfrutar con su lectura es tomar el cómic de Raymond como si se tratara de una disparatada película de serie B y rebajar en consecuencia las exigencias.
Flash Gordon no fue el personaje que marcó la vida de su autor. Alex Raymond llegó a ser aun más conocido a partir de 1946, después de haber pasado dos años en la marina durante la segunda guerra mundial, por Rip Kirby, tira diaria de tipo policíaco publicada en los más importantes periódicos de los Estados Unidos. Al contrario de lo que ocurrió con Flash Gordon, los guiones de Rip Kirby traían historias mucho más verosímiles. Gran parte del éxito de la serie se debió a que se apartó, en lo que a la construcción de los personajes se refiere, de los arquetipos que entonces reinaban en el género negro. Rip Kirby no era un detective al uso, sino que representaba a una persona con la que al lector le resultaba fácil identificarse. La tensión casi erótica que Raymond consiguió crear con el triángulo formado por Kirby, Honey Dorian, su perfecta y rubia novia americana y Pagan Lee, la guapísima morena amante de uno de los peores mafiosos de la cuidad, pasó a la historial del cómic.
Alex Raymond falleció a los cuarenta y siete años cuando, en el mejor momento de su carrera, sufrió un accidente de automóvil.