En 2017 recibí el encargo de escribir un libro sobre el cómic vasco entre 1975 y la actualidad1. El primer paso fue proponerle a Mikel Begoña, uno de los máximos especialistas en el tema2, realizarlo de forma conjunta. Tengo la sensación de que el proceso de elaboración del libro supuso un descubrimiento mutuo. En demasiadas ocasiones el castellano y el euskera han circulado por carreteras paralelas pero sin encontrar nexos, y este fue una buena oportunidad para que cada uno descubriese al otro. Es innegable el valor de las obras de autores y autoras vascos —o afincados en Euskadi—. Obras como La divina comedia de Oscar Wilde3 de Javier de Isusi, Polar de Víctor Santos, Desastre de Mamen Moreu, Los Enciclopedistas de José A. Pérez Ledo y Álex Orbe, la obra completa de Antonio Altarriba, Iñaket, Mauro Entrialgo, Raquel Alzate, Ángel Unzueta, Juan Luis Landa, Borja Crespo y un largo etcétera lo demuestran. Probablemente sea menos accesible el cómic en euskera para el público lector del presente volumen.
La editorial bilbaína Astiberri mantiene una puerta abierta a la producción de obras en euskera. Por una parte, la traducción de algunos de sus trabajos más emblemáticos, como Arrugas (Zimurrak) o Píldoras azules (Pilula urdinak). Por otra parte, obras realizadas por autores vascos en las que el euskera tiene un papel esencial, como He visto ballenas (Baleak ikusi ditut) o Asylum de Javier de Isusi, Los doce nacimientos de Miguel Mármol de Dani Fano (Migel Marmolen hamaika eta bat jaiotzak). Mención especial merecen las obras dedicadas al público infantil —una necesidad que deben tener muy presente todas las editoriales— con trabajos como Waluk o Claude eta Morino. Para terminar, la editorial ha publicado obras en las que el conflicto vasco está presente, como Los puentes de Moscú (Zubigileak) en la que Alfonso Zapico se convierte en testigo de la conversación entre Eduardo Madina y Fermín Muguruza4, o Salto, en el que conocemos la realidad de un escolta en Euskadi durante los años de plomo.
Hablábamos antes de Dani Fano. Fano crea en 2005 para la Federación de Ikastolas5 la revista Xabiroi, una revista que mira de frente a la bande dessinée clásica con opción de recopilar las obras posteriormente en álbumes. Para llevar a cabo el proyecto, une a escritores o bertsolaris6 junto a dibujantes procedentes de distintas disciplinas con una pasión común por las viñetas. Las parejas artísticas más asentadas son las formadas por el escritor Harkaitz Cano y el dibujante Iñaki Holgado. En sus colaboraciones —por ejemplo en su obra más reciente, Amets Alokatuak— vemos una visión crítica de la sociedad en la que vivimos. Otra de las parejas fundamentales es la formada por Unai Iturriaga y Álex Sanvi, que llevan a cabo las cómicas aventuras de Haur Besoetakoa.
Uno de los autores más asentados en el mercado francés es Julen Ribas, que actualmente realiza la serie Ah ça ira para Delcourt. El dibujante tiene el extraño honor de ver cómo dos cómics dibujados por él recibían el Premio Euskadi de Literatura, aunque los ganadores fuesen en ambos casos los guionistas: Azken Garaipena de Iban Zaldua y Santa Familia de Eider Rodríguez.
La novela gráfica Black is beltza supone un fenómeno singular. La figura de Fermín Muguruza impulsa el proyecto y lo lleva a unos espacios desconocidos para el cómic vasco que culmina con la película del mismo título.
Gregorio Muro Harriet es un guionista que en los años ochenta encontró un espacio en el complejo mercado francés impulsando a una serie de destacables autores como Daniel Redondo, Fructuoso, Mata o Astráin. Junto a ellos firmó sagas como La marca de la bruja (Sorgin seinalea), Justin Hiriart o Sudor de Sol, publicadas previamente en revistas vascas como Ipurbeltz7 o HabeKo Mik8. La situación del cómic en el nuevo milenio lleva al guionista a retomar el contacto con el medio y a recuperar como editor sus obras clásicas e incluso volver al mercado francés con otras nuevas, como la reciente Vergüenza y olvido (Lotsa eta ahaztea) con Álex Macho y Garluk. Como editor, publica otras estimables obras como Joana Maiz de Yurre Ugarte y Joseba Larratxe o Helize, el próximo trabajo de Mikel Begoña e Iñaket. En esta nueva obra abandonan la serie de Ötzi para narrar las peripecias de un submarino alemán en la costa vasca en los tiempos de la Gran Guerra.
A lo largo de la historia del cómic vasco vemos un presencia constante de creadoras. Ya en los primeros tiempos de la revista Ipurbeltz, Asun Balzola se acercaba sin complejos al medio aportando su especial sensibilidad, aunque será Raquel Alzate la autora que desarrolle una trayectoria más continuada. Una nueva generación de ilustradoras como Amaia Arrazola, Leire Salaberria, Eider Eibar o Ainara Azpiazu «Axpi» muestran un renovado interés por las viñetas. Un caso singular es el libro Tupust!, llevado a cabo por el colectivo feminista del mismo nombre, un necesario catálogo del presente y futuro del cómic vasco. La obra la edita Txalaparta9, que se ha acercado desde hace años al medio con propuestas muy interesantes. Es el caso de Habiak, Premio Euskadi de Ilustración 2005. En él, la ilustradora Maite Gurrutxaga nos habla de la incomunicación jugando con dos idiomas distintos (años antes que Barrier) que separan a un anciano y su cuidadora.
Txalaparta continúa su apuesta con Zarrakamalda de Mattin, autor clásico que ha editado recientemente Belardo. Ba al zatoz? con Berria. Probablemente la obra con un mayor recorrido sea Gerezi garaia (El tesoro de Lucio). Creada por Mikel Santos «Belatz» como biografía de Lucio Urtubía, tiene la singularidad de ser publicada en todas las lenguas cooficiales del Estado. La más reciente aportación de Txalaparta es Antzar Eguna, de Harkaitz Cano y Adur Larrea, que cuenta la historia del político Santi Brouard.
En cualquier caso, si algo podemos apreciar en la historia del cómic vasco, tanto en castellano como en euskera, es que la voluntad de los autores y autoras por publicar, más allá de las posibilidades del propio mercado de darles espacio, se ha impuesto desde sus inicios. Es patente, por la constante presencia de autoediciones a lo largo del tiempo, mutando acorde a los tiempos. En 1987 nace el TMEO como unión de diferentes fanzines que descubren que tienen una serie de dificultades comunes. Autores como Mauro Entrialgo, Ata, Piñata, Furillo, Iñaki Larrimbe o Simonides son nombres esenciales en un inmenso etcétera que aún continúa. También en 1987 nace Napartheid, una revista en la que destaca el trabajo de autores como Patxi Huarte «Zaldieroa», autor de Rerum Natura, o Asisko. Con Aztihitza: Xahoren biografikoa, Asisko gana en 2019 el Premio Euskadi de Ilustración, un reconocimiento a su singular apuesta. La herencia más contestataria continúa con revistas como La gallina vasca o la ya desaparecida revista digital H28.
La autoedición se nutre, además, de ambiciosas apuestas como Buyan de los hermanos Martín y Xabier Etxeberria con el dibujante Aritz Trueba, una épica historia en la que invirtieron siete años de trabajo. Otros autores como Jon Juarez y su proyecto Caramanchada buscan espacios diferentes de publicación en los que sea el autor quien controla toda la cadena entre la obra y el lector final. Por otro lado, autores clásicos como Anton Olariaga, o los mencionados Zaldieroa, Asisko o Mattin siguen activos y con propuestas que evitan de manera constante la repetición de fórmulas de éxito ya contrastado.
En 2017 se anunciaban las becas a la creación, del Gobierno vasco, que permiten que siga creciendo el tejido del cómic vasco. Pendientes de publicación están obras que generan muchas expectativas, como Ofensiva final de Miguel Ángel Giner Bou y Susanna Martín, Akira Kurosawa de Víctor Santos, La palabra que empieza por A de Elizabeth Casillas e Higinia Garay, o Historia de MI cáncer de Josune Urrutia. Sin la ayuda de la beca probablemente muchas de estas obras (tanto las editadas como las pendientes de editar) no habrían nacido o se habrían pospuesto sine die.
La Komikipedia10 nos cuenta que en 2019 se han publicado 34 cómics en euskera, frente a los cinco que lo hicieron en 2010. El cómic vasco —al igual que el cine con títulos como Handia o La trinchera infinita— vive un momento dulce en el que las propuestas se multiplican. En este artículo ofrecemos alguna pista para el indómito lector o lectora que lo quiera descubrir.
1 Komikia. Euskal Komikia. 1975-2017. El cómic vasco. Diputación Foral de Bizkaia. Bilbao, 2017.
2 Desde hace años Mikel Begoña ha estado investigando los orígenes del cómic vasco y buscando espacios para dar a conocer sus descubrimientos, bien desde su blog Komikeri, bien desde la organización del festival Parrapean.
3 Marcadas con un asterisco podemos ver en el artículo algunas obras ya editadas.
4 El libro muestra el encuentro de los protagonistas con el fin de realizar una entrevista para Jot Down sobre la música que sirve de punto de inicio para el diálogo.
5 Una ikastola es un centro educativo cooperativo que utiliza como lengua vehicular el euskera (Wikipedia).
6 Improvisadores populares de versos en euskera (Wikipedia).
7 La revista Ipurbeltz permitió, entre 1977 y 2008, dar sus primeros pasos a autores hoy consagrados, como Juan Luis Landa, Ángel Unzueta, José Ángel Lopetegui o Iñaki Hogado, entre tantos otros.
8 Es esencial el libro de Juan Manuel Díaz de Gereñu Habeko Mik (1982-1991) Tentativas para un cómic vasco, para conocer el cómic vasco de la época.
9 Sin entrar en conflictos territoriales, en el artículo nos referimos a trabajos editados en euskera, aunque estén editados en Navarra.