Aldebarán

Xenobiología visual

cubierta aldebaran WEB

«En el año 1830 después de la formación del Congreso Estelar, una nave robot de exploración envió un mensaje a través del ansible: el planeta que estaba investigando encajaba en los parámetros de la vida humana. El planeta más cercano con problemas de población era Bala; así que el Congreso Estelar les concedió licencia para explorarla».

Así comienza La voz de los muertos, continuación de El juego de Ender, una sorprendente novela de ciencia ficción escrita por Orson Scott Card. La voz de los muertos comienza presentando a algunos habitantes de la colonia Lusitania listados por su profesión, entre los que destacan los xenólogos, xenobiólogos, religiosos y políticos. La xenobiología se define como la disciplina científica de la rama biológica que se encarga de estudiar la vida extraterrestre. En la saga de Ender encontramos varias especies alienígenas como los insectores o los cerdis, dos ejemplos de los muchos que nos ha presentado la ciencia ficción. En la saga de Mundo anillo tenemos a los Kzinti y los titerotes, entre otros. Normalmente estas criaturas suelen describirse con características de otras especies terrestres —insectos, pulpos— o con rasgos específicos y dominantes de la personalidad en los humanos —guerreros—. Es difícil encontrar extraterrestres en la literatura que realmente nos sorprendan, aunque hay algunos casos fascinantes como casi todos los que describe Philip José Farmer en Relaciones extrañas o las asombrosas razas de Los propios dioses de Asimov.

Los mundos de Aldebarán son el paraíso de los xenobiólogos, tres planetas habitables alrededor de tres estrellas con uno de los bestiarios alienígenas visualmente más hermosos que se hayan dibujado jamás, con una enorme cantidad de especies terrestres y marinas así como una flora exuberante y vital que a veces se encuentra entre las fronteras del reino animal y el vegetal.

Aldebarán es el primero de los tres ciclos de que consta Los mundos de Aldebarán, una saga de ciencia ficción y aventuras cuyo autor es Luiz Eduardo de Oliveira —LEO—. Ingeniero mecánico de profesión, LEO es un brasileño que tuvo que huir de su país a causa de la dictadura militar. Vivió en Chile hasta el golpe de estado chileno de 1973 y luego en Argentina, antes de regresar a Brasil en 1974. Trabajó como ilustrador en la industria de la publicidad en São Paulo y finalmente volvió a dejar Brasil para instalarse definitivamente en Francia y cumplir su sueño de dedicarse al cómic.

Los dos primeros ciclos, Aldebarán y Betelgeuse, están compuestos por cinco álbumes cada uno y del tercero, Antares, se espera que sean siete. Cada ciclo se desarrolla en un planeta diferente y aunque por el contexto espacial a priori podríamos pensar que se trata de una space opera, el tono narrativo de Los mundos de Aldebarán discurre más próximo a las grandes sagas de aventuras como Corto Maltés o Los pasajeros del viento que al de otros cómics de ciencia ficción.

La acción del primer ciclo se sitúa en el cuarto planeta del sistema que orbita alrededor de la estrella Aldebarán en un mundo con las características físicas y ambientales similares a los paisajes más salvajes y hermosos de la Tierra, como la selva amazónica. La diversidad biológica tanto en el mar como en la tierra es el vórtice alrededor del que gira la trama y las ilustraciones de las especies que LEO imagina tienen una fuerza y una luz completamente fascinante. Con respecto a los asuntos humanos, debido a problemas técnicos que no permiten desde hace cien años la comunicación con la Tierra, el mundo en el que viven los protagonistas es de corte dictatorial. Junto a ellos exploraremos hermosos paisajes del planeta mientras tienen que lidiar con políticos y religiosos, el amor y la amistad y una misteriosa entidad que está influyendo en el mundo que pretenden colonizar.

Alrededor de Los mundos de Aldebarán hay un fuerte espíritu ecologista y aunque tenemos naves espaciales y tecnología del futuro, la relación entre los humanos y el planeta en el que conviven está cercana al equilibrio. Bajo la figura de la misteriosa entidad que dirige los destinos del planeta subyace el conocido concepto de Gaia con el que Asimov cerraba Los límites de la fundación y que pone en valor la importancia de la conciencia ecológica y el respeto a los seres que nos rodean.

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