A silent voice

Del bullying a la redención

El caso de Hirofumi Shikagawa, un chico de 13 años que se suicidó después de sufrir el acoso de sus compañeros de clase, escandalizó a los japoneses y les abrió los ojos ante un problema que hundía sus raíces en el propio sistema educativo y en los valores particulares de la sociedad nipona: el bullying o acoso escolar, que en Japón se conoce como ijime. Este chico sufrió a manos de prácticamente toda la clase, incluidos varios profesores, la siguiente broma macabra: algunos de sus compañeros adornaron su pupitre a modo de funeral, y varios profesores, incluso su tutor, dejaron mensajes de condolencia; poco después el chico se suicidó
colgándose en el baño de una estación, dejando una dura nota dirigida a todos ellos.

A silent voice se ha convertido en uno de los mangas más populares de los últimos años, ha ganado el Premio Cultural Osamu Tezuka al Mejor Nuevo Creador, ha sido nominado a un Premio Eisner, y fue objeto de una adaptación al anime y a película de acción real. Nos cuenta la historia de la llegada a un instituto de una nueva estudiante sordomuda, que, debido a sus dificultades para adaptarse, será víctima de acoso escolar, especialmente por parte del principal protagonista de la historia. Sin entrar en muchos detalles, el acosador acabará probando su propia medicina, y transitará un camino (de siete tomos) hasta conseguir el perdón y la redención de esa chica. A silent voice se convierte en uno de los títulos más destacados de una larga lista de mangas que tratan sobre el acoso escolar, y varios de ellos han sido publicados en español.

El primer tomo es un perfecto ejemplo de las formas que puede tomar el bullying en Japón, de la importancia de integrarse en un grupo y de poder seguir el ritmo de los demás. Ser distinto, tener que hacer las cosas de forma diferente y no poder estar a la misma altura que el resto (tanto si se está por encima como por debajo) son motivos suficientes, e incluso justificados por algunos profesores, para convertirse en la oveja negra o cabeza de turco. Y son estas dinámicas las que retrata y denuncia A silent voice. A pesar de ser un shōnen (historias dirigidas a lectores jóvenes), y de que los primeros capítulos podrían aparecer en cualquier manga de
este tipo, poco a poco veremos cómo la historia se vuelve mucho más cruda, con pretensiones que van más allá del puro entretenimiento.

Es uno de esos mangas que trascienden categorías y demografías, precisamente por lo punzante que puede llegar a ser la historia en algunos momentos. Estamos lejos de los personajes más estereotipados y habituales del shōnen, estos no son transparentes, tienen distintas facetas y evolucionan. La autora juega precisamente con la idea establecida de que un protagonista tiene que caernos bien, y no es así cuando descubrimos su faceta de maltratador. Buena parte de la originalidad reside precisamente en
poner el foco en el maltratador, no en el maltratado, aunque después veremos como esto cambia, algo mucho más habitual de lo que muchos creen cuando hablamos de bullying. El protagonista se enfrentará a una auténtica muerte social, lo que en una sociedad muy colectivista como la japonesa puede ser algo realmente terrible, y Oima utiliza una serie de originales recursos para transmitir al lector esa sensación de aislamiento social que vivirá el acosador.

En el aspecto gráfico, descubrimos una autora con estilo propio, que, a pesar de alejarse de las tendencias estéticas más habituales de la actualidad, es lo suficientemente «manga» para el público otaku, y a la vez, no demasiado «manga» para otro tipo de lector, convirtiéndose en una de esas obras con capacidad para trascender su público habitual. Y ojalá fuese así. Ya ha sido un éxito entre los lectores más otakus, pero una historia como esta merece llegar a más público.

Yoshitoki Oima tuvo que dar varias vueltas hasta encontrar a alguien que se aventurase a publicar A silent Voice y es que este manga toca temas peliagudos para los japoneses, es una mirada a algunos de los problemas que todavía deben abordar seriamente como sociedad, como es el bullying, pero también el de la discriminación dirigida hacia todas aquellas personas que son diferentes por un motivo u otro. Y, por supuesto, no son problemáticas ajenas a nuestra sociedad: nosotros también deberíamos intentar escuchar con atención estas voces silenciosas de las que nos habla su autora.

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