Todo es Comunicación. Las palabras comunican, los gestos comunican, las acciones comunican, las miradas comunican, los silencios comunican. Es imposible no comunicar. Lo que no se comunica, no existe. Se puede definir la «comunicación» como «el acto o acción de comunicar o comunicarse». Es trato, es transmisión, es compartir, es unión. Los mensajes se envían y se reciben mediante un proceso comunicativo que, a su vez, está influido por el proceso perceptivo (que es el que rige y organiza lo que se ve, lo que se escucha y ordena esa información para dotarla de un sentido). Sin comunicación no hay comprensión y, consecuentemente, no hay cambio. Poder comunicarse con el prójimo dota de una mayor confianza a los interlocutores. Siempre se busca una comunicación bidireccional, con confirmación y feedback.
La nueva propuesta del trinomio formado por Brian K. Vaughan, Marcos Martín y Muntsa Vicente, trata sobre esto, sobre los límites del proceso comunicativo y sobre las barreras que surgen, como separaciones sensoriales, incluso, para describir aquello que nos une como seres humanos (partiendo de lo que nos separa, empezando por el lenguaje y el idioma).
Los elementos de la comunicación se traducen aquí con mucha solvencia, en un texto elaborado a cuatro manos por Brian y el propio Marcos, en dos lenguajes, español e inglés, que mantiene ese «metajuego» en la edición española, en papel, igual que se encontraba en digital, en la versión original publicada en su plataforma Panel Syndicate; el lugar que «inventaron» en el que los lectores podían entrar y descargar los números en varios idiomas y pagar lo que considerasen justo (desde cero euros o dólares). Del mismo modo que ocurrió con otras de sus obras antes publicadas allí, como The Private Eye o ¡Universo!, de Albert Monteys, Barrera vuelve a demostrar el potencial del formato y el cambio en la experiencia al leerse (o releerse) en papel.
Retomando la idea del proceso comunicativo, queda claro, desde una primera lectura, cuáles son los elementos que participan. Desde los «emisores», que aquí son dos. Por un lado, Óscar, que deja atrás San Pedro Sula para intentar encontrar una vida mejor, lejos de la miseria; y Liddy, que lucha por proteger su rancho en una tierra transfronteriza de Texas, donde la droga campa a sus anchas entre carteles. Ambos son, también, «receptores». El «mensaje» es el de la lucha, por la unión. El «canal» va cambiando, empieza siendo unitario, al principio, para convertirse en común tras el primer número, dando un salto estratosférico y convirtiendo una historia que parecía costumbrista hacia un giro de ciencia ficción, al mismo tiempo que se transforma el «contexto», descolocando (y recolocando) a los lectores, consiguiendo un gran disfrute por la belleza de algunas viñetas (en especial aquellas que preparan el terreno hacia la acción conjunta, con una planificación digna de elogio, con los cuadros panorámicos, muy abiertos al principio, que van cerrándose entre las acciones individuales). Todo ello mediante un «código» principal, el del noveno arte, el del cómic.
El cómic como objeto, como medio; un cómic, este, en el que confluyen todas las funciones del lenguaje: la apelativa, la emotiva, la fática, la metalingüística y la estética; cuyo acto final llega al completarse con la lectura, con esa retroalimentación. Un cómic, de cinco partes, cuyo título no podía estar mejor elegido: «barrera». Que hace alusión a las trabas físicas, a los muros, a las fronteras; que habla de los prejuicios, de la inmigración ilegal, de las drogas, de la pobreza y de la violencia. Pero, sobre todo, habla de las barreras comunicativas que, según la teoría de la comunicación, pueden ser de cuatro tipos: barreras personales o psicológicas; barreras físicas o contextuales; barreras semánticas y barreras de la percepción. Todas son fácilmente reconocibles entre los distintos actos que llevan a cabo los dos protagonistas, quienes, para empezar, hablar lenguajes diferentes. Una propuesta original, distinta, que entremezcla géneros y va un paso más allá. La historia de dos personas dispares que en su imposible unión encuentran la mayor de las fuerzas: la de su humanidad.
Liddy y Óscar; Óscar y Liddy. Dos vidas opuestas pero complementarias, unidas por el dolor y la pérdida. Una historia dura y plenamente de actualidad. «Cuando Marcos y yo empezamos a trabajar en Barrera/Barrier allá en el lejano 2015, Donald Trump ni siquiera había anunciado su candidatura, y en el momento en que redacto estas líneas, el presidente Trump está tuiteando sobre una «caravana» de refugiados con origen en Honduras, muchos de cuyos integrantes toman una ruta idéntica a la que se enfrenta Óscar en la obra. Cualquiera que sea el partido que tomes en el debate sobre migración, creo que es más importante que nunca que todos, sin importar en qué parte del mundo vivamos, nos esforcemos al máximo por entendernos mutuamente, de la misma forma en que lo intentan Óscar y Liddy, toda vez que sus agravios terrenales se tornan súbitamente en un asunto interplanetario», explica el guionista en el epílogo de la historia. Puro cómic. Pura comunicación.