El hombre garabateado

El poder mágico de los cuentos

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Betty no tiene uno de sus mejores días, sufre uno de sus ataques de afasia temporal que la dejan muda. Su madre, Maud, escritora de cuentos de terror infantil de éxito, tiene un infarto cerebral y queda en coma. Y su hija adolescente, Clara, recibe la visita de un extraño hombre disfrazado de pájaro que reclama un sobre que su abuela le debía entregar. Este es el punto de inflexión que pone en marcha un thriller con toques fantásticos por el que van a pasar sociedades secretas, falsificadores de documentos de la resistencia, inquietantes escritores con seis dedos, rabinos relacionados con la cábala, y misterios ancestrales ligados a pueblos de la campiña francesa, donde las protagonistas llegarán desde París siguiendo los secretos de su familia.

El hombre garabateado es la última obra publicada en nuestro país de Frederik Peeters (Ginebra, Suiza, 1974). En está ocasión, colabora con Serge Lehman (uno de los seudónimos de Pascal Fréjean, Viry-Châtillon, Francia, 1964), quien es una de las plumas del género fantástico y la ciencia ficción más conocidas en Francia, con una amplia trayectoria de novelas, relatos, guiones de cine y cómics. Juntos realizan un thriller con estructura clásica en la que saben encajar hábilmente múltiples elementos de género fantástico, con unos seres de origen prehistórico muy del gusto galo. Pero, además, Peeters tiene en sus manos el arte de narrar historias, con el que atrapa al lector desde la primera viñeta. En ella ya convierte a la lluvia, que algunos dicen es uno de los secretos mejor guardados de París, en una protagonista más de la historia, con una presencia que transmite una curiosa sensación de misterio a lo largo de la historia, con detalles como ranas chapoteando en los charcos de la ciudad.

Con esa lluvia y un uso de los grises con mucha profundidad, el pincel siempre suelto de Peeters consigue potenciar una ambientación que pone al lector en situación. Y luego no deja de usar todos los recursos a su alcance para mantener el trepidante ritmo del género y dejar atrapado al lector; páginas con muchos diálogos, o secuencias mudas, esquemas regulares de viñetas, con páginas sin márgenes, más libres; onomatopeyas que rompen la paginación, viñetas inclinadas. En cada momento Peeters usa el recurso que más le conviene para marcar el ritmo y mantener la tensión de la historia. Un forma de construir las páginas que entronca el estilo más clásico de paginación de la escuela franco-belga con las estructuras más dinámicas del comic book norteamericano. Y es que Peeters es un autor que destaca por su habilidad para crear a partir de la combinación de conceptos.

Desde que su relato biográfico Píldoras azules (Astiberri, 2004) fuese uno de los primeros grandes éxitos de la novela gráfica Peeters ha ido desarrollando una carrera que se aleja de ese relato personal. Así, ha ido tocando muchos de los géneros más clásicos y comerciales de la BD, tanto en solitario como colaborando con otros guionistas: la ciencia ficción en Lupus (Astiberri, 2005-2007), Castillo de Arena, junto a Pierre Oscar Lévy (Astiberri, 2010), o en su exitosa Aama (Astiberri, 2011-2014); el género negro en RG, junto a Pierre Dragon (Astiberri, 2007-2008), el western en El olor de los muchachos, junto a Loo Hui Phang (Astiberri, 2016); el fantástico para público infantil en Koma, junto a Pierre Wazem (Dibbuks, 2014), o la fantasía más surrealista en Paquidermo (Astiberri, 2009) o Las Migajas, junto a Ibn Al Rabin (Astiberri, 2015). Una amplia trayectoria de contar historias de género, que Peeters y sus colaboradores siempre llevan a otros terrenos, combinando la tradición de la BD más comercial con las tendencias de la novela gráfica contemporánea, tanto en formato como en contenido. Su ciencia ficción tiene toques de drama romántico, y de crítica social. Su género negro se basa en hechos reales, etc.
Peeters vuelve a usar esta aproximación con éxito en El hombre garabateado. El argumento y el ritmo atrapan, pero el giro que Lehman y Peeters hacen está en escoger el protagonismo de la historia, tres personajes femeninos, de tres generaciones y con diferencias de carácter entre ellas, pero las tres independientes y empoderadas, capaces de guiar sus destinos y llegar a la conclusión de sus pesquisas sin la necesidad de la participación masculina, que queda relegada a papeles secundarios intrascendentes. Una aproximación matriarcal que no solo se queda en la elección de las protagonistas, sino que al final en todo el relato se puede ver una reivindicación del papel femenino en la transmisión de la cultura oral y del poder narrativo que han tenido las mujeres a través de la historia, aunque no se haya reconocido todo lo necesario, como tantas otras cosas. El poder de la fantasía, de los cuentos y de las mujeres que los cuentan que han dado forma a nuestra sociedad y la han salvado de la barbarie de los hombres garabateados.

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