Buenas noches, Punpun

Carrusel de emociones

punpun

Inio Asano (Ishioka, 1980) es uno de los autores más influyentes de una nueva generación de mangakas. Integrados en el tradicional sistema editorial japonés, que ha dominado la industria del cómic en ese país desde hace cinco décadas, estos dibujantes no participan de muchos de los convencionalismos que se esperan de una obra mainstream. A pesar de su corta edad, este enfant terrible del manga cuenta con una producción espectacular a sus espaldas. Ganador del Premio GX para autores noveles en el año 2001, fue el invitado estrella en el XXI Salón del Manga de Barcelona (2015). Sus historias, audaces e inusuales, han cautivado a numerosos lectores españoles que, hasta ahora, habían crecido con las aventuras de un manga más comercial. El tratamiento realista de los sentimientos y emociones humanas y el conflicto entre los personajes y el universo que habitan caracterizan buena parte de su producción.

Aunque Solanin es, tal vez, el trabajo más famoso de Asano (con una adaptación cinematográfica en el año 2010), Buenas noches, Punpun es, sin duda, el más personal. La obra arranca camuflada como una historia costumbrista. Punpun es un estudiante cualquiera en una ciudad japonesa cualquiera, discreto e introvertido, sumido en las mismas preocupaciones que el resto de chicos de su edad: el primer amor, los conflictos familiares, las amistades de la infancia que se rompen, el despertar sexual, el trabajo y las expectativas sociales, etc. Sin embargo, aunque Buenas noches, Punpun se disfraza de obra amable, en realidad, es el manga más oscuro de Asano. A lo largo de trece volúmenes relata el tortuoso viaje de Punpun desde la niñez a la vida adulta, marcado por el carácter tímido e introspectivo del protagonista, que le empuja constantemente a rechazar a los demás, un amor de la infancia que regresa para atormentarle y el devenir y las miserias del día a día de la gente que le rodea. Inio Asano siente fascinación por lo nefando en lo cotidiano y por los personajes aberrantes, y Buenas noches, Punpun no es una excepción. Los protagonistas son heroicos, dulces y amables, pero también pueden ser egoístas, posesivos y despreciables. Son falibles. Son grises. En definitiva: son humanos.

Buenas noches, Punpun abunda en muchos de los elementos ya vistos en la obra de Asano; elementos que definen su estilo insignia: los fondos exquisitamente detallados y la inserción de referentes fotográficos, las expresiones faciales y las emociones brillantemente recreadas a pesar de lo sintético de muchos de sus personajes, el equilibrio entre los diálogos y las reflexiones personales, las alusiones a la cultura popular japonesa —en especial televisiva— o la representación realista de elementos de la vida cotidiana, como la violencia, la enfermedad o el sexo, sin el tratamiento edulcorado de otros medios. Además, Buenas noches, Punpun se acompaña en todo momento de reflexiones filosóficas —ideas nihilistas, subjetivistas y existencialistas, puestas en boca de los personajes—. Estas reflexiones no son un mero elemento decorativo, sino que aportan un gran poso al conjunto de la obra. Buena parte del atractivo de Buenas noches, Punpun radica en el equilibrio entre lo increíble y lo posible, y entre lo cómico y lo dramático. Por ese motivo es una obra que invita a una doble lectura. Una más superficial y divertida, no tanto por el trasfondo como por lo ridículo y disparatado de las situaciones y sujetos, y una segunda lectura mucho más sesuda, con cada personaje ilustrando una filosofía vital diferente.

En una obra donde el dibujo solo puede calificarse de preciosista, el diseño de Punpun y su familia —representados como pollitos caricaturescos y mal dibujados— es el recurso más original y versátil. En un primer momento, genera cierto rechazo y dificulta la inmersión en la lectura; sin embargo, una vez superada la sorpresa inicial, esta licencia creativa se revela como una decisión de lo más acertada. Aunque a priori pueda parecer lo contrario, la representación naif de Punpun permite ilustrar emociones y sentimientos —desde la euforia más sincera hasta la más profunda desolación— imposibles de transmitir con las facciones naturalistas del resto de personajes. Punpun es un personaje intenso y visceral, porque su rostro retrata en todo momento y sin filtros los rincones más oscuros de su corazón. En lo plástico, resulta hipnótica la fusión entre los escenarios virtuosamente recreados y extremadamente realistas, la riqueza y el detalle de las expresiones faciales de los coprotagonistas, y la simplicidad casi infantil del diseño de Punpun y su familia. Es un recurso que exige un gran equilibrio por parte del autor, pero Asano lo resuelve con maestría.

En España se ha completado la publicación de Buenas noches, Punpun de la mano de Norma Editorial. Trece tomos demoledores para el lector, agotado tras contener la respiración durante tanto tiempo. El autor sabe hilar muy bien las historias y la narración fluye con soltura entre las diferentes tramas y subtramas que plantea. Un manga adictivo, pero solo apto para lectores maduros y constantes, porque, a medida que avanza la historia, uno empieza a comprender que en las obras de Asano nadie tiene garantizado comer perdices. Buenas noches, Punpun es una montaña rusa emocional, tanto para los protagonistas como para los lectores, que aman y odian a un personaje, o ríen y lloran en el lapso de una página. Podrá gustar o no, pero no hay duda de que Asano constituye un exponente del mejor manga contemporáneo y Buenas noches, Punpun es su obra más íntima y reconocible.

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