El mundo del boxeo ha conquistado al cine, a la literatura, a la música o al cómic creando una mitología particular en la que la épica de la historia permite conocer sin filtros lo mejor y lo peor del ser humano, como en el caso de la obra que nos ocupa. El boxeador es un libro marcado por la dualidad: está realizado por dos autores y cuenta dos historias independientes con dos protagonistas distintos que solo al final cruzarán sus caminos. Un libro con dos portadas, en las que vemos el eterno conflicto entre la habilidad y la técnica.
Héctor es un ganador nato, un deportista de élite, preparado desde su más tierna infancia para ser un ganador… muy a su pesar. Rafa es una apisonadora, una fuerza de la naturaleza que se bebe la vida a tragos sin encontrar nada que ponga freno a su furia. Dos formas de entender la vida y el deporte destinadas a enfrentarse en un combate en el que solo puede haber un ganador.
El boxeador desarrolla un universo cerrado lleno de secundarios de lujo dispuestos a convertirse en la columna vertebral de la obra. Las relaciones familiares, los conflictos internos de los protagonistas… la historia evoluciona adentrándonos en las aspiraciones y anhelos que crecen dentro y fuera del gimnasio en el que nuestros personajes definen su camino.
Dos historias opuestas destinadas a encontrarse en un cuadrilátero gracias al buen hacer de los autores Rubén del Rincón y Manolo Carot, anteriormente conocido como Man.
Del Rincón y Carot son dos dibujantes con una amplia trayectoria a sus espaldas. Ambos comienzan a publicar en los años noventa en La Cúpula, especialmente en la mítica cabecera El Víbora y Kiss Comix, para encontrar posteriormente su espacio en el mercado francés. Del Rincón, curtido en álbumes como Los tres mosqueteros o La sombra del águila, adaptación de la novela homónima de
Arturo Pérez Reverte, ya muestra su voluntad de encontrar una voz propia como autor con la excelente Entretelas. Carot, por su parte, enseguida disfruta de reconocimiento en el mercado francobelga con obras en solitario como Saltando al vacío o trabajando con guionistas como Zidrou, con el que realiza El cliente. El boxeador nace de la pasión común de ambos por el mundo del boxeo y de su necesidad vital de salir de los estrechos márgenes creativos que encuentran en un cómic elaborado teniendo más presentes las ventas que la creatividad.
Pocos libros permiten adivinar el proceso tan bien como El boxeador. A lo largo de cinco años, los dos autores encuentran espacios entre sus encargos para desarrollar un proyecto en el que la libertad es la principal consigna. Para ello, desarrollan dos historias que van creciendo a medida que las van haciendo, sin un guion previo, pero con todo su conocimiento acumulado en más de veinte años de profesión. No se puede borrar, no se pueden repetir páginas, no se puede dedicar mucho tiempo a los detalles… Lejos de convertirse en un bonito ejercicio de estilo, ambos autores consiguen enganchar desde la primera página al lector, que se siente partícipe desde el primer minuto de la obra. Este puede elegir cómo quiere leer la obra, con dos portadas contrapuestas que le permiten disfrutar del cómic de un modo activo, decidiendo por cuál de las historias empezar e incluso buscar nuevos caminos para su disfrute. El formato apaisado permite a los autores, además, modificar la forma de narrar, alejada de las estructuras más férreas del medio para enfrentarse a cada nueva página como a un lienzo en blanco. Nada en el libro es casual y está realizado en bitono, con una segunda tinta roja como la sangre que permite jugar a los autores con el vacío y soltar las riendas de su creatividad, disfrutando del dibujo cuando este se expresa de un modo libre.
El compromiso de los autores con la obra les lleva a plantearse la autoedición a través del crowfunding para no ceder ante los condicionantes editoriales aunque, finalmente, llevará a término el libro La Cúpula en una edición de lujo que respeta la voluntad original de los autores. El boxeador nace con la intención de reivindicar el libro como objeto, ofreciendo una experiencia lectora intraducible a otros medios digitales. La tapa dura, el papel, un espectacular diseño de portada realizado por Andrés Salvarezza hacen que el libro sea una maravilla para disfrutar con los cinco sentidos.
El boxeador es un libro, es un juego y un tour de force entre dos autores que desarrollan su talento conscientes de sus capacidades pero dispuestos a forzar sus límites.