El año 1975 suponía el retorno de Jack Kirby a Marvel. Kirby regresaba tras una etapa muy fructífera creativamente en DC Comics, pero que, sin embargo, no había gozado ni de la comprensión de sus propios editores ni del éxito comercial. El Cuarto Mundo, su obra magna, era cancelada por bajas ventas y DC no estaba dispuesta a volver a concederle la libertad con la que le había fichado. A pesar del rencor que le guardaba a su antiguo socio Stan Lee, el autor se mostró dispuesto a regresar a la Casa de las Ideas tan pronto como averiguó que DC tenía intención de asignarle un guionista para sus nuevos proyectos. Si bien Lee se mostraba entusiasmado por el retorno del hijo pródigo, existía un clima de desconfianza entre todas las partes. La Marvel de entonces había cambiado y no todos sus antiguos compañeros le recibirían con los brazos abiertos. Algunos de los editores recelaban del regreso de un autor que se había marchado dando un portazo. Un autor que además seguía batallando judicialmente con ellos, reclamando los derechos de los personajes que creó en su anterior etapa.
A pesar de los condicionantes, Kirby se hizo con la suya y sí logró que Marvel le diera la libertad que demandaba. Se encargaría de dos de sus viejas creaciones, Capitán América y Pantera Negra, pero además podría trabajar en conceptos totalmente nuevos: Los Eternos, 2001 (el cómic basado en la película de Stanley Kubrick) y Dinosaurio Diabólico. Sin embargo, la etapa apenas duró tres años en los que de nuevo ni público ni editorial lograron conectar con las propuestas de Kirby. Incluso la propia Marvel, que en ningún momento se sintió cómoda con Kirby de vuelta, llegó a forzar su marcha publicando falsa correspondencia crítica con su trabajo.
Dinosaurio Diabólico es quizás la más singular de las creaciones de Jack Kirby. La serie fue un encargo de Marvel, concebida para competir con Kamandi, que él mismo había creado en DC y que parecía destinada a dar el salto animado a la televisión. La acción se sitúa en una periodo prehistórico en el que se especula con la convivencia de humanos y dinosaurios y nos cuenta las peripecias de un niño de una raza de homínidos, Moon Boy, y un dinosaurio de piel roja con aspecto similar a un tiranosaurio Rex, el Dinosaurio Diabólico. Con un enfoque más aventurero y ligero que otras de sus creaciones, Moon Boy y Dinosaurio Diabólico son una suerte de defensores de un paraje llamado el Valle del Fuego, que es invadido por otras tribus y criaturas. Es el Valle del Fuego un reflejo de Los Ángeles, ciudad de residencia del autor, que vivía con fascinación las guerras de bandas que, junto con la influencia de películas como El planeta de los Simios o la propia 2001, fueron el caldo de cultivo sobre el que ideó la serie. Lo que podría haber sido simplemente la enésima revisión de la historia de amistad de un niño y un monstruo se convirtió en un particular Parque Jurásico donde la extraña pareja se llega a enfrentar con alienígenas o brujas, se cuelan referencias bíblicas e incluso se contemplan viajes en el tiempo. En nueve números, que se cierran de forma bastante abrupta, Kirby emprende una progresiva huida hacia adelante, más autoconsciente que nunca debido a la inexistente conexión de la serie con el universo Marvel.
Dinosaurio Diabólico fue la serie peor vendida por Marvel en su año de publicación y con los años ha sido tanto motivo de mofa como de culto. Calificado por algunos como el perfecto ejemplo de «lo malo como es bueno», es quizás el cómic más divertido de un Kirby que, a sus sesenta años, entregaba un trabajo visceral y salvaje, con la mente puesta en el lector más joven y desprejuiciado.
En el año del centenario del nacimiento de Jack Kirby y en el momento en el que Dinosaurio Diabólico vive una segunda juventud de la mano del equipo formado por Amy Reeder, Brandon Montclare y Natacha Bustos, es buen momento de recuperar esta peculiar visión del mundo prehistórico de la mano del Rey del cómic de superhéroes.