No voy a empezar esta reseña reclamando más mangas de temática LGBT+ en las estanterías de nuestras librerías. Y no lo voy a hacer porque son ya unos cuantos los títulos que, a estas alturas, giran en torno a ello. A los primeros pasos dados por La Cúpula con la publicación de diversos trabajos de Jiraiya entre 2006 y 2009 (Habitación para cinco, Querido profesor y Trío de ases) o los tres tomos de La casa de los herejes, del propio Gengoroh Tagame, entre 2010 y 2011, se han sumado posteriormente muchas editoriales que no solo se han atrevido a licenciar cómics LGBT+ sino que han conseguido ventas nada desdeñables con buena parte de ellos. Es decir, cualquiera puede acercarse a una tienda especializada y encontrarse con un abanico cuya amplitud nos llevaría desde Sombras sobre Shimanami hasta La novia era un chico, pasando por La balada del viento y los árboles, Echoes, All About J y un largo etcétera. Así que, por el momento, pocas quejas en ese sentido. Ahora bien, a lo que no estamos tan acostumbrados es al bara manga o wasei-eigo, es decir, el manga que relata historias homoeróticas donde los protagonistas son hombres fornidos (gachimuchi), dirigido mayoritariamente al público gay. Y ahí es donde entran, entre muchos otros autores, Jiraiya y sobre todo Gengoroh Tagame.
Pero centrémonos en El marido de mi hermano, la obra que ha disparado la popularidad de Tagame tanto en su país como en varios países occidentales y con la que Tagame ha roto las limitaciones del bara manga creando un manga para todo tipo de públicos. Secuenciada originalmente en la revista Gekkan Action desde 2014 y 2017, y recopilada más tarde en cuatro tomos, finalmente ha llegado a España en 2019 en dos tomos dobles —y de mayores dimensiones— de la mano de Panini Manga.
Se ha dicho de El marido de mi hermano que es el cómic ideal para entender la homosexualidad en la sociedad nipona, pero en realidad es más que eso. Es el reflejo de distintas visiones frente a la homosexualidad, frente al matrimonio entre personas del mismo sexo; es la traslación al papel de los prejuicios que buena parte de la sociedad continúa manteniendo; y es la constatación de que, como bien representa el personaje de la pequeña Kana, todo es cuestión de viejos tabúes culturales y de una educación que ha impedido durante años que las personas se mostrasen como en realidad eran.
El marido de mi hermano tiene como protagonista principal a Yaichi, un joven hombre japonés que ha perdido recientemente a Ryoji, su hermano pequeño, y que vive con su hijita, Kana. Pero un día un desconocido llamado Mike llama a su puerta. Se trata del fornido y barbudo canadiense con el que estaba casado Ryoji. Mientras Kana conecta con Mike a la primera, trabando una simpática amistad, Yaichi se enfrenta a un muro emocional que, gracias a la serenidad y espontaneidad del gigante canadiense, va agrietándose poco a poco. A partir de ahí se sucederán diversas situaciones en las que se verán envueltos los protagonistas y muchos otros personajes. Con todo ello, no solamente cambiará paso a paso la visión de Yaichi, sino que nos haremos una idea de cuáles son las diversas perspectivas que existen sobre la homosexualidad en el Japón actual. Ahora bien, como decíamos antes, buena parte de lo narrado podría suceder de forma similar en otros países y entornos. De ahí el valor de una obra con la que Gengoroh Tagame consigue derribar muchos prejuicios y quitar muchas vendas en los ojos a base de optimismo, humor y sobre todo buenos sentimientos.
Gracias a todos los ingredientes que Tagame ha manejado con sumo acierto, El marido de mi hermano ha sido, obviamente, un éxito en Japón (con su correspondiente serie de televisión, en este caso una live action de tres episodios) y más tarde en otros países, multiplicando la popularidad del mangaka de forma exponencial y cosechando por el camino unos cuantos galardones (Premio a la Excelencia en los Japan Media Arts, Premio a la Excelencia en los Nihon Mangaka Kyôkai Shô, Premio Eisner a Mejor Edición Americana de una Obra Asiática y candidato en la selección oficial del Festival del Cómic de Angoulême).
Una obra para todo tipo de públicos, divertida y entrañable, que nos obliga a poner en tela de juicio muchas de nuestras actitudes frente a la diversidad sexual.