Todo el mundo, en algún momento de su vida ha sido joven, miserable y desnortado. Pero no todo el mundo lo ha sido en los inicios de un siglo XXI hiperconectado, ansioso y al borde de la desconexión neuronal y emocional por pura sobrecarga de estímulos y saturación post todo, ni mucho menos ha conseguido con éxito hacer humor de ello en primera persona. Porque una cosa es hacer chistes de cristianos que son devorados por leones en un circo romano, y otra muy distinta hacerlos desde la propia arena del coliseo corriendo por tu vida. Y ahí mismo, ahí mismito, se encuentra Roberta Vázquez, a ratos Gladiator, a ratos Pijus Magnificus.
Vázquez lleva años bregando en la escena fanzinera, editando monografías, colaboraciones y volúmenes colectivos, en los que ha ido desglosando pequeñas obsesiones cotidianas, autorretratos de diversos momentos de su vida y, sobre todo, escenas de la vida joven y moderna urbanita personificada en una galería de funny animals descacharrantes, trozos de pizza salerosos y diversas verduras en estado de alteración igualmente diversos. Quizás suene todo muy loco, y desde luego, lo es.
La libertad que permite el formato fanzine se ha acabado por convertir en una seña de identidad para la autora gallega, y también le ha dotado de un valioso arsenal de recursos para realizar historietas de una cierta extensión, gags de una sola viñeta o ilustraciones. Ello le ha permitido trabajar para publicaciones como Retina, publicar su propia tira original en la revista Cáñamo o colaborar en El Jueves. Esa suma de libertad y experiencia se refleja, y de qué manera, en el debut de la autora en formato libro, ¡Socorro!
¡Socorro! es un divertidísimo catálogo de sinsabores cotidianos, ridículos de andar por casa y dramas derivados de vivir en el siglo XXI protagonizados por alimentos en distinto grado de elaboración con el común denominador de estar todos envueltos en un frenesí vital que incluye temas tan en boga como la precariedad laboral, la procrastinación y la comunicación humana en plena era digital. Todo esto y más se repasa con un humor socarrón y un poco sinvergüenza que encandila casi desde el primer momento, porque, como todo buen humor que se precie, es brutalmente sincero.
Roberta se ríe de sí misma, como principio, para sacar punta a todo lo que se puede ver con ojos de guasa en esta vida a ratos absurda y casi siempre acelerada que le ha tocado a un cierto tipo de urbanita inquieto de entre veinte y cuarenta años. En su mundo de youtubers, dependientes de tienda, artistas y autónomos hay, sin embargo, tanto espacio para la reflexión como para el cachondeo.
La dibujante, además, ha reunido en ¡Socorro! lo mejor de las dos disciplinas entre las que se mueve profesionalmente, el cómic y la ilustración, llenando con un detallado y característico color a rotulador unas viñetas más vistosas y deslumbrantes que nunca, que se benefician —y mucho— del mayor formato del tomo con respecto a sus anteriores trabajos.
La propia contraportada sitúa a Roberta Vázquez en un humor que enlaza a Peter Bagge con la serie de animación El rey de la colina, de Mike Judge. Y aunque ambos referentes están ahí en cierto modo, hay que reconocer a la autora el mérito de haberse trabajado una identidad propia de humor (y poshumor) reconocible y marcada. Una capaz de lograr la complicidad millennial pero que aglutina suficientes códigos universales como para lograr una conexión mucho más amplia.
¡Socorro! es una obra bisagra. Por un lado, es la tesis doctoral perfecta de una de las nuevas autoras españolas más importantes. Por otra, supone el inicio de lo que, esperamos, sea un largo y fructífero catálogo de obras.