Cassandra Darke

Una mujer de armas tomar

Cassandra Darke

Possy Simmonds cerró con Cassandra Darke una fantástica trilogía protagonizada por mujeres que puede que sean exitosas pero que en un momento de su vida deciden tomar las riendas y ser ellas mismas. Es el caso de las protagonistas de Gemma Bovery, donde adaptó a la adúltera de la obra de Flaubert como una mujer voluble que vive en un pueblo de Normandía con su aburrido marido restaurador de muebles, y la de Tamara Drewe, que sigue la historia de Thomas Hardy sobre una hermosa joven recién llegada a su pueblo natal y que despierta pasiones alterando la paz del entorno.

Narrada a través de un hilo con saltos temporales en torno a las Navidades de 2016 y 2017, Posy Simmonds nos lleva ahora a la historia de una mujer adulta, la propia Cassandra que da título a la obra, una comerciante de arte mezquina, egoísta, asocial y solitaria por naturaleza que vive en el lujoso barrio de Chelsea dedicada solo a sí misma y sin preocuparse por las opiniones de los demás ni mostrar un mínimo grado de empatía. Es un personaje que a menudo se caricaturiza a sí mismo, por su comportamiento, su modo de vestir, sus odios y su afición a la bebida de alta graduación y precio. Se podría decir que se trata de una adaptación bastante libre de Un cuento de Navidad, de Charles Dickens, aunque a diferencia del señor Scrooge, Cassandra no dará demasiadas muestras de arrepentimiento.

La vida de esta mujer, ya complicada de por sí por unos problemillas con la ley y el fisco tras haber sido condenada por estafa, se va a ver alterada con la llegada a casa de Nicki, la hija de su exmarido, una artista alternativa que se mudará a su sótano a cambio de ser tiranizada como chica de los recados y paseante de perro. La historia irá avanzando con una serie de sucesivos desencuentros ideológicos y generacionales entre las dos mujeres, hasta que, en la noche de la despedida de soltera de una amiga, Nikki se encontrará con un hombre violento al que engañará con una divertida y no demasiado ingeniosa treta que dará lugar a una serie de malentendidos y situaciones siempre susceptibles de poder empeorar. Este suceso dará un giro a la obra, que pasa a convertirse en una entretenida comedia inteligente con toques de novela policíaca, crímenes por investigar y magistrales dosis de sátira, ingenio y mordacidad.

Porque más allá de la trama policíaca y de los enredos que va trazando la autora durante todo el trabajo, la obra es una acertada crítica a la sociedad británica y a sus élites, aspectos estos siempre muy presentes en sus anteriores trabajos. Especialmente a esa burguesía a la que lleva satirizando desde hace cincuenta años en las páginas de The Guardian y a la que ya ridiculizó en sus dos anteriores novelas gráficas, plagadas de personajes patéticos, mezquinos, con tendencia a creerse el ombligo del mundo y muy dados a despreciar a los pobres, a los que viven de la beneficencia y a todo a quien consideran por debajo de ellos en el estrato social.

Cassandra Darke es un thriller en la Inglaterra previa al Brexit con grandes dosis de crítica social

Y también está todo ese amplio colectivo obsesionado con mantener las apariencias, reyes del postureo, atrapados en el consumismo y ansiosos por hacerse con el último modelo de smartphones del mercado, ropa de marca, coches de lujo y obras de arte según marquen las tendencias de los galeristas de moda del momento y que tampoco se librarán de ser escrutados bajo la lupa de la autora.

Aunque pueden ser muchos los motivos de convergencia con ese colectivo, la protagonista siente que no encaja ahí, sobre todo cuando reflexiona y reconoce que todo el mundo la ha considerado siempre como alguien anormal y como un «fracaso» de mujer. En estos momentos no es de extrañar que el lector comience a sentir una pequeña dosis de simpatía por Cassandra, cuando la malhumorada galerista decide empezar a ejercer de investigadora, bajar a la arena, pisar la calle y tomar las riendas de una situación que amenaza con írsele de las manos.

Y todo ello se desarrollará con el habitual magnífico diseño de Simmonds, a medio camino entre el libro ilustrado y los cómics, en el que se aprecia en todo su esplendor el dominio de la autora a la hora de componer las páginas y describir magistralmente los ambientes tanto interiores como exteriores de Londres, donde se desarrolla la mayor parte de la acción. Simmonds se mantiene muy fiel a un estilo que maneja a la perfección y que es totalmente reconocible por su diseño, su combinación totalmente equilibrada de textos y dibujos, y su paleta de color.

Cassandra Darke es un magistral relato navideño, narrado muy atinadamente con saltos temporales y que plasma muy bien algunas de las características y facetas del ser humano en la sociedad contemporánea. Simmonds ha vuelto a crear otro personaje único e inolvidable, una antiheroína que puede aparentar ser malvada, que quizá tan solo sea alguien a quien no tendrás nunca demasiadas ganas de conocer pero que página a página te va atrapando hasta llegar al punto de entenderla y de desear que todo le salga bien.

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