Es evidente que en el mundo del cómic, aunque suene abstracto, la química entre guionista y dibujante resulta uno de los valores principales. El equilibrio entre fondo y forma, entre la narración y el ritmo que se marca viñeta tras viñeta son elementos en ocasiones difíciles de describir pero que elevan la obra a una categoría superior cuando los astros se alinean. Miles en París requiere apenas de sus nueve primeras páginas para convencernos de que las palabras de Salva Rubio y los dibujos de Sagar Forniés se han fusionado de forma casi mágica en una pieza de calidad indiscutible, uno de los mejores trabajos hasta la fecha de cada uno de sus autores.
En apenas un par de años Salva Rubio se ha convertido en un nombre a tener muy en cuenta en el mundo del cómic español gracias a títulos como Monet (2017, junto a Ricard Efa), El fotógrafo de Mauthausen (2018, junto a Pedro J. Colombo y Aintzane Landa) y Max. Los años veinte (2019, junto a Rubén del Rincón). Sagar, por su parte, cuenta con una trayectoria mucho más amplia —sirvan como ejemplo La ola perfecta (2012, junto a Ramón de España) Bajo la piel (2014), Los vagabundos de la chatarra (2015, junto a Jorge Carrión) o Cuentas pendientes (2016, junto a Sergi Álvarez)—, pero en Miles en París eleva su arte a nuevas cotas de intensidad y emoción. Esa química de la que hablábamos al principio queda patente en cada una de las páginas del trabajo conjunto de Rubio y Sagar. Entre ambos retratan a la perfección no solamente la atmósfera ebria y libre del París de finales de los años cuarenta, sino que nos sumergen tanto en la excitación como en las dudas que albergan los protagonistas principales del cómic.
¿Y quienes son los personajes principales de Miles en París? Pues fundamentalmente dos: quien fuera uno de los más grandes, carismáticos e innovadores trompetistas de la historia del jazz, Miles Davis, y la actriz y cantante francesa Juliette Gréco, algo que se subraya de forma mucho más evidente en el título francés de la obra, Miles et Juliette.
Davis cruza el Atlántico por primera vez para actuar en el Festival Internacional de Jazz de París y encontrarse frente a un mundo totalmente distinto al que estaba acostumbrado en Estados Unidos. Tenía apenas veintidós años. En París todo el mundo le venera por su inmenso talento musical, nadie le juzga por el color de su piel y un mundo de posibilidades se abre frente a sus ojos a miles de kilómetros de su hogar, allí donde seguía viviendo su familia (Davis se casó con apenas diecinueve años). París despertaba de nuevo tras dejar atrás la Segunda Guerra Mundial, y Davis estaba allí para moverse entre los grandes artistas e intelectuales del momento. Allí conoció a Juliette Gréco, con quien mantendría una relación sentimental de una intensidad inimaginable. Ante la falta de literatura respecto al idilio que mantuvieron durante unos pocos días en mayo de 1949, Rubio y Sagar fantasean sobre la intensidad de su amor, sobre cómo aquello marcaría sus respectivas vidas y, sobre todo, cómo se enfrentó Davis al conflicto interior entre dejarse llevar por los sentimientos o apostar por el arte. A partir de ahí, los españoles dan forma a un cómic fantástico muy potente visualmente y de gran carga emocional. Sagar no triunfa solamente al dibujar la música y el baile como nadie, sino que compone unas dobles páginas magistrales tanto cuando refleja los momentos de intimidad entre Davis y Gréco como cuando el trompetista se enfrenta a unas llamadas telefónicas que provocan verdaderos momentos disruptivos en su trayectoria.
Completando el álbum, nos encontraremos con un amplio dossier a lo largo del cual Salva Rubio no solo nos descubrirá las claves de la creación de Miles en París, también aportará infinidad de detalles sobre el momento histórico en el que se sitúa la obra, bocetos e incluso una playlist ideal para escuchar mientras disfrutamos del cómic.
Entonces, ¿es Miles en París un cómic sobre jazz? ¿Es una obra que trata sobre aquellos momentos en los que algo inesperado nos cambia la vida? ¿Es una novela gráfica romántica sobre un amor fugaz? ¿Podría ser incluso un cómic que nos hable sobre qué se esconde tras la música que aflora de lo más profundo del corazón de un artista? Bien, pues la respuesta a tantas preguntas es afirmativa. Miles en París es todo ello al mismo tiempo, pero por encima de cualquier otra cosa es, como decíamos al principio, una obra de calidad indiscutible.
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