Nelson Mandela es una de las figuras históricas más trascendentes y más inspiradoras del siglo XX. En los últimos años, especialmente tras su fallecimiento —en diciembre de 2013—, multitud de obras culturales se han acercado a su figura. Desde la imprescindible autobiografía El largo camino hacia la libertad hasta un éxito hollywoodiense Invictus —basado en el libro El factor humano—, su historia ha sido una gran fuente de inspiración para multitud de creadores y creadoras. El cómic, a pesar de contar con un trabajo biográfico elaborado entre la Fundación Nelson Mandela y el colectivo Umlando Wezithombe, no se había ocupado de esta figura de una forma adecuada hasta 2019.
Mandela y el general, resultado del trabajo conjunto entre el periodista John Carlin y el dibujante Oriol Malet, ha rellenado, en parte, ese vacío. Es una obra que se centra en un momento muy concreto de la vida del líder sudafricano, y seguramente uno de los más representativos de su legado y de su forma de entender la política: las conversaciones que mantuvo con el general afrikáner Constand Viljoen y que evitaron el estallido de una guerra civil que hubiera llevado al país a un terrible conflicto.
John Carlin fue corresponsal en Sudáfrica entre los años 1989 y 1995, de modo que vivió directamente los momentos más complejos que llevaron al final del régimen racista del apartheid. Buen conocedor de lo que sucedió entre bastidores en las conversaciones entre el Gobierno liderado por De Klerk y el Congreso Nacional Africano de Nelson Mandela, vivió en primera persona muchos de los hechos narrados en el cómic. Su relación personal con Mandela y su posición como observador privilegiado, permiten que el cómic se adentre en aspectos desconocidos para el gran público.
El relato se inicia con una conversación entre el propio Carlin y Constand Viljoen, el protagonista de la obra, quien rememora aquellos días en los que tuvo un papel decisivo en el devenir de Sudáfrica. Militar prestigioso y de ideas conservadoras, Viljoen era un referente para los sectores afrikáners más reaccionarios. Personajes tan siniestros como Eugène Terre’Blanche, líder de la extrema derecha afrikáner y partidario de la creación de un estado blanco independiente, creían que el general debía comandar las tropas que derrotarían a Mandela y los suyos. A priori, esa era su misión y estaba comprometido con su puesta en práctica.
Nelson Mandela, como haría años más tarde con los Springboks, la selección de rugby del país y todo un símbolo para los afrikáners, fue capaz de seducir a su rival. En este caso, su objetivo era claro: convencerlo de que la vía armada no era la solución. El cómic narra de forma detallada los encuentros iniciales llevados a cabo con la máxima discreción, y al mismo tiempo va desgranando pequeñas dosis de la sabiduría e ingenio de Mandela. Carlin y Malet muestran algunos de esos momentos, como la reforma del himno nacional, con la que Madiba pretendía mantener en pie los puentes entre las dos grandes comunidades enfrentadas.
El trabajo de Oriol Malet es excepcional, ya que utiliza una gran variedad de recursos gráficos para crear la atmósfera que pide cada acontecimiento. Es admirable el uso del color, alternando grises y azules con amarillo y rojo en función del dramatismo de lo narrado. Son muy valiosas también las ilustraciones a página completa de un marcado lirismo y que tienen una gran fuerza expresiva. Por último, es destacable la inclusión de numerosas portadas de periódicos de la época que por un lado dotan de verosimilitud al relato, y por el otro, permiten que la narración avance de forma veloz sin que como lectores perdamos el hilo de la historia.
Estamos acostumbrados a conocer el pasado a base de grandes acontecimientos y grandes personajes históricos, pero generalmente no somos conscientes de esos innumerables pequeños sucesos que son los que realmente conforman la historia. Nelson Mandela es indiscutiblemente uno de esos grandes personajes históricos, pero lo que nos cuentan John Carlin y Oriol Malet en Mandela y el general posiblemente no aparecerá en los libros de texto. Una época convulsa, con la violencia como elemento cotidiano y con infinidad de chispas dispuestas para hacer saltar Sudáfrica por los aires. En una era de tanta polarización como la nuestra, donde constantemente se tergiversa y manipula el pasado para conseguir determinados objetivos políticos, es imprescindible que conozcamos a Constand Viljoen y a Nelson Mandela y cómo supieron limar sus asperezas para conseguir un bien mayor.
4 comentarios
Añade el tuyo[…] tienen en común la barba de Mandela, la erre de Jacques Brel y un golpe franco de Mariolino Corso? Los tres emocionaron a alguien en […]
[…] como el presidente blanco Frederik de Klerk, el principal líder de la extrema derecha, el exgeneral Constand Viljoen o el dirigente zulú Mangosuthu Buthelezi comprendieron que el rechazo de los comicios solo […]
[…] vez la única excepción a esa regla sea el Mundial de Rugby de Sudáfrica de 1995. Mandela se sirvió del torneo para unir a la nación. El deporte blanco por excelencia representando a todo […]
[…] sin que nos importe. Pero, a fin de cuentas, no hay que ser un lumbreras para entender que el apartheid es, por definición, una situación intrínsecamente antidemocrática. Pero aun estando de acuerdo […]