El Inmortal Hulk

Terrores nocturnos

hulk

Hurgar en la cabeza de Bruce Banner es uno de los pasatiempos favoritos de los guionistas que reciben el encargo de contar las aventuras de Hulk. El monstruo esmeralda es la manifestación de todo aquello que reprime su mitad humana y, según hemos ido viendo a lo largo de los años, Banner tiene mucho que reprimir. Desde un enfoque distinto, la nueva serie de Hulk (que ahora lleva delante la coletilla «El inmortal») supone otra vuelta de tuerca a lo que se cuece dentro de esa cabeza.

A Bruce Banner le vimos morir en las segundas Guerras Civiles de los superhéroes, atravesado por una flecha disparada por Ojo de Halcón. Banner tenía demasiado miedo de perder el control y acabó planeando su propio final. Fue demasiado optimista. En el tiempo en que estuvo criando malvas, tuvimos a Amadeus Cho ocupando su lugar como monstruo gamma. Una encarnación floja, sin demasiado espíritu, que empezó como una versión más luminosa y amable del personaje pero acabó siendo más de lo mismo, pero descafeinado. No perdimos de vista a Banner y a su cadáver, ya que hubo un par de intentos de resurrección. No hay nada que guste más a un guionista Marvel que sacar a un personaje de la tumba.

Y de ahí, literalmente, salió Bruce Banner durante el gran evento de los Vengadores conocido como Sin rendición. Como tantas otras veces había hecho antes, el monstruo volvía de la muerte. Más despiadado, más cruel, pero totalmente lúcido y controlado. En palabras de Simon Williams, alias el Hombre Maravilla, en su primera lucha con el renacido Hulk: «no es Banner, es… el otro tipo».

De la aventura cósmica de los Vengadores saltábamos al número 1 de Inmortal Hulk, un cómic con una atmósfera muy distinta a anteriores colecciones del monstruo de piel verde pero que, a la vez, tiene muchísimos elementos que nos sonarán del pasado. Bruce Banner vuelve a ser el paria que huye de pueblo en pueblo, escondiéndose, mientras el monstruo campa a sus anchas de noche. Esta dicotomía de Banner de día, Hulk de noche, se recupera de los primeros tiempos del personaje. Y ese huir por lo más profundo de Estados Unidos recuerda poderosamente a la serie televisiva de los años 70. El guionista, Al Ewing, nació en 1977: ese Hulk de Bill Bixby y Lou Ferrigno es el de su infancia, como el de tantos otros que fuimos niños en esa misma época. También recordaba a esa serie la etapa de Bruce Jones como guionista de los cómics de Hulk, muchas veces denostada de forma injusta.

Pero hay algo nuevo en este Inmortal Hulk: es más un tebeo de terror que de superhéroes. Cuando cae la noche y el monstruo sale, no tiene piedad. Mutila, destroza, es una máquina de causar dolor. Se toma su tiempo para la venganza y la ejecuta de forma cruel. Banner muere durante el día en ocasiones, pero ahí está Hulk acechando para traerlo de vuelta en cuanto se esconde el Sol. No es ninguna de las encarnaciones más típicas del Coloso Esmeralda: ni el Hulk salvaje, ni el Hulk gris, ni el Hulk inteligente. Es algo nuevo y amenazador, algo que se enconde dentro de Banner esperando su momento para salir, con un brillo de maldad en los ojos. El dibujante de esta serie, el brasileño Joe Bennet, contribuye a crear esta atmósfera de una manera magistral. Es de largo su mejor trabajo y no solo borda las terroríficas apariciones del monstruo, sino que se atreve con peleas más superheroicas y con lo que le echen.

A medida que la serie avanza, vamos conociendo más de esta nueva encarnación del personaje. Hay bastante de la etapa de Paul Jenkins, que fue un festival de las personalidades múltiples del Coloso Esmeralda, en este nuevo Hulk de Al Ewing. Regresan los traumas de su infancia, especialmente el que más le marcó y que muchos guionistas se han encargado de remarcar como el origen del monstruo. Y flota en el aire una presencia inquietante, la de una misteriosa puerta verde, que acompaña a Hulk desde su regreso en la serie de los Vengadores y que esconde algo peor, mucho peor, que este nuevo y despiadado Hulk.

Se agradece el intento de hacer algo nuevo con Hulk pero que, a la vez, recupere elementos del pasado y sea coherente con la historia anterior. Aunque a medida que avanzan los meses empiecen a aparecer otros superhéroes y aunque el tono tremendamente sombrío de los primeros ejemplares se vaya suavizando en los posteriores, no dejamos de estar ante un tebeo que es más de terror que de superhéroes. Y, por la experiencia reciente con otras series que han acabado rompiendo, cuando Marvel se atreve a apostar por la mezcla de géneros y la experimentación acaba saliendo algo bueno. Como este Inmortal Hulk.

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