El 23 de noviembre de 2021 fallecía Chun Doohwan, quien fuera presidente de la Quinta República de Corea del Sur entre 1980 y 1988. Casi con clarividencia, a comienzos de noviembre Sapristi ponía a la venta El club de los libros prohibidos, el laureado relato autobiográfico de Kim Hyun Sook, con guion de Ryan Estrada y dibujo de Ko Hyung-Ju, en clave de tebeo juvenil que en 2020 cosechó nominaciones en un buen puñado de certámenes, desde galardones locales a los Premios Eisner.
La historia de Kim Hyun Sook es la de una chica que comienza la universidad en 1983 en Corea del Sur. Proveniente de un ambiente humilde y trabajador, acceder a los estudios superiores ha sido uno de sus primeros actos de reafirmación personal: ama la lectura y la formación y hace lo posible por afrontar los gastos que devienen de su educación. Se matricula en Filología Inglesa, unos estudios en los que va a poder dar rienda suelta a su pasión por la literatura.
Pero la experiencia universitaria de Hyun Sook irá mucho más allá del ámbito estrictamente académico y se convertirá en un proceso de forja de su carácter y personalidad como mujer adulta. Desde su primer día en el campus es testigo de las manifestaciones y protestas estudiantiles contra el Gobierno, saliendo de la burbuja de la infancia para enfrentarse a las complejidades de un mundo real fuertemente politizado.
La Quinta República de Corea se instauró en 1981 sobre un golpe militar y episodios de represión. El más destacado, denominado levantamiento o masacre de Gwangju, tuvo lugar entre el 18 y el 27 de mayo a raíz de una protesta por la ley marcial impuesta por Chun Doo-hwan, y pronto se convirtió en la chispa simbólica del movimiento que acabaría llevando la democracia al país. No obstante, esta sería una carrera de fondo, que no acabaría de cristalizar hasta 1988. Así, el descontento que arrastraba la sociedad coreana marcó toda la década en forma de movimientos sociales de creciente intensidad.
Es precisamente en esta corriente de protestas en la que se sumerge Hyun Sook, al principio casi por casualidad. Las universidades son el epicentro de la disidencia política, en la comunidad estudiantil es difícil establecer relaciones sin que permee al menos cierto posicionamiento político de los jóvenes. Así, conforme su educación académica progresa, también crece su capacidad para cuestionarse el mundo que la rodea y los mecanismos en los que se sostiene el Gobierno coreano. Su red de resistencia particular nace del contraste permanente entre las leyes imperantes (materializadas en aquellos libros cuya libre circulación está prohibida, obras claramente políticas como El manifiesto comunista, de Karl Marx, pero también otras aparentemente inocuas, como Moby Dick, La Letra Escarlata o algunos clásicos de Shakespeare) y el estímulo intelectual que supone una lectura crítica, ya sea de estos libros prohibidos o de cualquiera a su alcance.
Pero El club de los libros prohibidos no solamente es un alegato por la libertad individual y la democracia, sino que además es una excelente narración juvenil, eminentemente costumbrista, en la que sus personajes crecen no solamente en conciencia política, también en humanidad. Y para ello son fundamentales los momentos más cotidianos, que apelan a la empatía del lector y lo implican en sus muchas causas, colectivas e individuales.
Entre las páginas de El club de los libros prohibidos encontramos el coming-of-age de una chica corriente, que toma sus propias decisiones sin dejarse someter por la presión familiar, que ve su mundo ampliado a través de la universidad, de sus clubes, sus clases, sus actividades culturales y las relaciones interpersonales que va forjan- do conforme el curso avanza. El nacimiento de una heroína cotidiana tiene lugar en su proceso de reafirmación. Porque a veces el mayor acto de rebeldía es leer un libro.