En el mundo del cómic existen cabeceras míticas. Action Comics y Detective Comics vieron nacer a los dos grandes pilares del Universo DC, Superman y Batman, respectivamente. Marvel no iba a ser menos. En el número 15 de su serie Amazing Fantasy, los lectores veían asombrados cómo un ser que lucía un traje rojo y azul se balanceaba entre los rascacielos de Nueva York utilizando telas de araña. Ahora, todos sabemos que su nombre es Spiderman, sin embargo, por aquel entonces era toda una novedad. Pero, hasta la llegada de ese número, los dibujantes Steve Ditko y Jack Kirby trabajaron bajo los guiones de Stan Lee para dar forma a historias que nada tenían que ver con el héroe arácnido.
Junio de 1961. Los cómics llevaban ya unos años dentro de la conocida Edad de Plata y la editorial Atlas Comics no estaba viviendo su mejor época. Las acusaciones del psiquiatra Fredric Wertham contra los cómics en general hicieron que bajaran las ventas y que la distribuidora Atlas News cerrara. En medio de esa debacle surge una nueva cabecera, Amazing Adventures, que bajo el sello censor de la CCA busca trasladar a las viñetas las historias que estaban funcionando en el cine de la época: monstruos, extraterrestres, magia, terror y suspense.
Las entregas mensuales contenían relatos cortos autoconclusivos de entre cuatro y seis páginas. Su estructura solía ser similar: un mal amenazaba la realidad y algún científico humilde o ciudadano común se encargaba de detenerlo. La moralina también se repetía: el héroe era alguien marginado por la sociedad que decidía no darle la espalda y, tras su hazaña, solía conseguir incluso la atención de la chica que lo había rechazado con anterioridad. Pese a la dura situación que estaba viviendo la editorial, la cabecera continuaba su publicación, pero no cosechaba el éxito que se esperaba.
En ese momento, Stan Lee tuvo una nueva idea con el objetivo de llegar a un mayor público: cambiar el nombre de Amazing Adventures por Amazing Adult Fantasy y agregarle la coletilla «La revista que respeta tu inteligencia». Con ello quería lanzar un mensaje claro: que su revista no estaba repleta de historietas sin sentido orientadas al público juvenil. Pero se confundió.
Al añadir adult al nombre hizo que muchos lectores la asociaran con las revistas de contenido erótico. Las cifras de ventas demostraban que la decisión no había sido acertada, pero Lee se negaba a abandonar el barco. Las historias iban cobrando un trasfondo cada vez más interesante, trasladando a las viñetas la realidad que se vivía en la época de la Guerra Fría. Relatos donde se plasmaba la paranoia y el terror, que solían concluir siempre con un final abierto, similar a la serie de TV de la época En los límites de la realidad (The Twilight Zone, en inglés). Pero, pese al esfuerzo de Stan Lee y Steve Ditko, por sacar adelante nuevos números, el público les daba la espalda.
Así, en pleno apogeo de Fantastic Four, serie recién nacida que estaba siendo muy bien recibida, Lee y Ditko decidieron darle un punto final a Amazing Adult Fantasy con el número 15 en septiembre de 1962. Para ello, eliminaron el adult de la cabecera e idearon un nuevo personaje, Spiderman. En un principio y como salvedad dentro de la cabecera, el héroe iba a tener dos historias, pero las bajas ventas y las dificultades en la distribución hicieron que se quedara en una. Pero, claro, en la página final se anunciaba su continuación.
El editor de la entonces ya llamada Marvel Comics, Martin Goodman, vio para su sorpresa que Amazing Fantasy #15 se había vendido muy bien y que los lectores demandaban una continuación. Esto lo llevó a lanzar una cabecera propia para el trepamuros. Y así, meses después, en marzo de 1963, nacía Spiderman.
Toda esta historia se puede apreciar, a través de las viñetas, en las páginas del volumen que Panini Cómics y SD Distribuciones han lanzado dentro de la línea Marvel Limited Edition. En este se recogen los 15 números de una de las principales cabeceras del mundo del cómic, más por lo que logró aportar que por su calidad en sí. Un tomo ideado de forma clara para el público coleccionista.