¿Saben lo que están leyendo sus hijos e hijas? Si no han echado un vistazo a sus tebeos últimamente, les sorprenderá descubrir que su dieta diaria se compone de asesinato, caos, lujuria, sadismo, necrofilia, depravación y simple y llana inmundicia.
Irving Kravsow, «Depravación para niños y niñas, ¡a 10 centavos la unidad!» (Hartford Courant, 14/02/1954)
Entre sus orígenes adaptando relatos de la mitología cristiana en Picture Stories from the Bible y su participación en la creación y posterior cho- que frontal en 1955 contra la censura de la Autoridad del Código del Cómic, la editorial EC Comics fue punta de lanza en los comienzos de los tebeos de género. Crimen, ciencia ficción, bélico y terror se reunían en sus escasas pero pioneras publicaciones, que supieron encontrar su sitio cuando los grandes sellos aún no terminaban de acertar con un sustitutivo al decreciente interés por los superhéroes tras la Segunda Guerra Mundial.
A caballo entre dicha posguerra y el comienzo de la Guerra Fría, y con las cazas de brujas del macartismo a toda máquina, la reinvención de EC Comics que William Gaines llevó a cabo tras la muerte de su padre y fundador, Max Gaines, dio lugar al nacimiento de una cabecera mítica: Tales from the Crypt, las famosas Historias de la cripta, que décadas después de su defunción prematura volverían del más allá en forma de series de televisión, en imagen real para un público algo más maduro, y en animación destinada al horario infantil, en aquellos tiempos en los que el terror aún tenía cabida en él.
¿Qué podría haber motivado su resurrección? ¿Y por qué se reeditan estos cómics en España me- dio siglo después? ¿Brujería? ¿Vudú? ¿Magia negra? Pues por todo esto y mucho más. La reedición actual, llevada a cabo en España por Diábolo Ediciones, viene a corregir y aumentar la Biblioteca Grandes del Cómic que Planeta DeAgostini publicara a comienzos del siglo XXI. Aquella recogía, dentro de la colección Clásicos del Terror, las historias de Tales from the Crypt, The Vault of Horror y The Haunt of Fear (las tres grandes cabeceras de terror de EC Comics) en tamaño reducido y en blanco y negro. El trabajo realizado a partir de este 2021 por parte de Diábolo Ediciones resulta encomiable a muchos niveles, retornando al tamaño original de estos tebeos, recuperando la más que competente traducción de Santiago García para la anterior licenciataria, y restaurando gloriosamente el coloreado original de la mítica Marie Severin. El trabajo de Francisco Carosella en este último punto no solo es impecable, sino que es único en el mundo, en tanto que las reediciones actuales en Estados Unidos «gozan» de un recoloreado digital y más «re- alista» que arruina en muchos aspectos la atmósfera y el trabajo de la colorista. En otras palabras, en este momento no hay en el mundo una reedición mejor que la que podemos disfrutar en España gracias a Diábolo.
Lo que nos encontramos en este primer volumen (de cinco) es un momento de transición. En aquella época era frecuente que las revistas que habían dejado de funcionar comercialmente fueran re- bautizadas conservando la numeración original, no por una idea de legado o de apariencia de longevidad, sino porque registrar una nueva cabecera suponía abonar 100 dólares al servicio postal. Así, cuando William Gaines y su fiel guionista y coeditor, Al Feldstein, decidieron apostar por el terror en las revistas de EC, probaron introduciendo «relatos sacados de la Cripta del Terror» en su serie Crime Patrol; primero en un relato del número 15, después con todos los del 16, y finalmente renombraron la cabecera como The Crypt of Terror en su número 17. Tres entregas después, la publicación adquiriría su nombre definitivo y definitorio con Tales from the Crypt número 20. Esos tres números de transición y los tres primeros de Tales son los incluidos en este volumen.
La roca que cubría la entrada a la cripta había cedido, los sepulcros comenzaban a abrirse, y el baile de telarañas que adornaban este festival de relatos ilustrados por algunos de los mejores artistas de los años cincuenta comenzaron a aterrorizar a la juventud (y, sobre todo, a los sectores más conservadores y familias más meapilas). En esta primera entrega se atisban unos comienzos algo tímidos, aún deudores de sus orígenes criminales, en vez de abrazar directamente el terror puro —acaso por reciclar historietas planteadas antes del cambio a la nueva tendencia de
EC Comics. No obstante, ya encontramos aquí profanación de tumbas, sadismo y venganza disfrazadas de justicia, asesinatos a sangre fría, alucinaciones sobrenaturales, y hasta un relato de licantropía con posible trasfondo homosexual, como los grandes clásicos del terror cinematográfico con sus mensajes «ocultos» de representación desde los márgenes. En futuros trabajos de la editorial, estos mensajes (o «sermoncillos» —preachies—, como los llamaban Gaines y Feldstein) se harían cada vez más obvios, arrogándose causas de justicia social que iban desde la crítica a todo tipo de fanatismo hasta la xenofobia y la defensa de minorías (si bien nunca terminarían de librarse de cierta misoginia propia de la época y heredada de las influencias pulp de sus autores).
El hecho de que Diábolo Ediciones haya apostado por recuperar el catálogo completo de la época dorada de EC Comics no solo es algo digno de aplauso, sino merecedor de nuestro apoyo como aficionados y aficionadas al medio para que siga habiendo iniciativas que recuperen el patrimonio histórico de nuestra subcultura.
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Añade el tuyo[…] en la que los golpes y los sustos dejan marcas indelebles. No es casual que algunas películas de terror especialmente desasosegantes se basen en la difundida práctica de castigar a los niños […]