En el Año 2055, la capacidad para almacenar datos ha llegado a su límite, así que unos funcionarios se encargan de decidir qué hay que eliminar para dejar sitio a los nuevos contenidos que se generan. La opinión que se sigue para eliminarlos no tiene que ver con criterios como la calidad o importancia histórica, sino con las reproducciones o visitas. Así que un simple selfie efímero puede sustituir a una película o un poema que han encandilado a generaciones, ya que para el sistema puramente cortoplacista solo valen el espacio que ocupan.
Lo primero que nos viene a la mente tras leer Preferencias del sistema es que Ugo Bienvenu tenía muy presente el clásico de la ciencia ficción Fahrenheit 451 cuando ideó el argumento, no solo la novela, también la adaptación cinematográfica de François Truffaut de 1966. Ambas historias tienen un interés por poner en valor la cultura y el acceso a ella y se desarrollan en un futuro cercano que resulta dolorosamente verosímil. En la novela de Ray Bradbury, Guy Montag es un bombero que trabaja quemando libros para presuntamente preservar la felicidad, algo bastante similar a lo que hace Yves Mathon, que debe decidir junto a sus superiores qué archivos se borran del sistema. Ambos acaban por rebelarse contra un sistema que busca adormilar a la población para volverla dócil e impedir que se cuestione un sistema que hace tiempo que dejó de servir a sus habitantes para obedecer a otros intereses.
Sin embargo, las referencias argumentales de la obra no terminan en esa novela, puesto que también podemos encontrar influencias de otras distopías, como 1984, de George Orwell, o Un mundo feliz, de Aldous Huxley. Además, en la trama tienen mucha importancia otras obras, como la película 2001, una odisea del espacio (1968), dirigida por Stanley Kubrick, que es la que provoca que Mathon se rebele y trate de conservarla, pero también encontramos referencias a poemas de W. H. Auden, Rimbaud o Alfred de Musset, los cuentos de Andersen o canciones de J. J. Goldman.
Hacia la mitad de la obra se produce un giro que la aleja de la obra de Bradbury, ya que el protagonismo pasa a Mikki, el robot domestico en cuyo sistema Mathon guardaba las obras que ha ido salvando y que también es el encargado de gestar a la hija que espera con su mujer. Mikki debe cumplir con la orden de sus padres de cuidarla y educarla en libertad. Este hecho provoca un cambio de escenario, puesto que pasamos de una ciudad de fría y milimétrica perfección regida por la tecnología a la imprevisibilidad del campo y la naturaleza más salvaje. Este cambio sirve para explorar otros temas, como la inteligencia artificial, la dependencia excesiva y el mal uso de la tecnología, y nos lleva a una reflexión sobre qué nos distingue de las máquinas y nos convierte en humanos. Algo que vuelve a conectar con otro gran autor de ciencia ficción como Asimov, en particular las relacionadas con la robótica. Pero esta parte no deja de lado la importancia de preservar la cultura, que es en todo momento el tema central de la obra.
Esa influencia de obras clásicas se puede ver también en los diseños de ese mundo futuro, que son más cercanos a las representaciones muy frías y asépticas del retrofuturismo de los años cincuenta y sesenta que a los escenarios más degradados que han poblado el cómic francobelga desde la aparición de Metal Hurlant. Ugo Bienvenu tiene un estilo muy realista, lleno de trazos limpios y precisos combinados con una gama de colores primarios muy brillantes, que parecen directamente extraídos del pop art. El resultado es un futuro de aspecto frío e impersonal con humanos que parecen robots, lo que contrasta con las emociones que nos despierta la obra, en particular con la humanidad que demuestra Mikki con la pequeña Isi. Un atisbo de esperanza en un mundo deshumanizado.
La novela gráfica tiene una estructura de página casi inalterable de tres tiras de viñetas por página, con alguna página ocasional de una sola viñeta. Sin embargo, aunque esto pudiera llevarnos a pensar en una obra de lectura monótona, no es este el caso. El autor demuestra un dominio de la narrativa con un buen uso de los distintos planos y encuadres, además de un acertado ritmo de lectura, que destaca sobre todo en las escenas de acción, en las que el tiempo se ralentiza y deja de lado las palabras para que las imágenes nos metan de lleno en la obra.
Preferencias del sistema ganó el Gran Premio de la Crítica francesa (ACBD) y fue parte de la selección oficial del Festival de Angulema en 2019, y, aunque es el primer trabajo de Ugo Bienvenu publicado en España, se trata de su cuarta obra tras Sukkwan Island (2014), Paiement accepté (2017) y Premium + (2019). Una trayectoria que le sitúa como uno de los valores en alza del cómic francófono junto a otros jóvenes creadores, como Jérémie Moreau, Merwan o Mathieu Bablet, que están reformulando las historias de género desde una óptica más personal.