Kengo Hanazawa inició su carrera profesional en 2003 en la revista Big Comic Spirits, de la editorial Shogakukan, con el manga Ressentiment. Dos años más tarde inició la publicación de la comedia romántica Boys on the Run, la cual dio un buen empujón a su popularidad. La historia de Tanishi Toshiyuki, un hombre de veintisiete años sin pareja ni trabajo, contó con dos adaptaciones: una a película de imagen real y otra a «dorama». Pero no fue hasta 2009 cuando I am a Hero internacionalizó a Hanazawa con una historia de supervivencia en medio de un apocalipsis zombi. En 2018, tras terminar la aventura de Hideo, Hiromi y Oda, Hanazawa empezó a trabajar para la editorial Kodansha publicando Under Ninja en la revista Young Magazine.
En esta ocasión, Kengo Hanazawa fantasea con la idea de un Japón donde dos organizaciones secretas paramilitares formadas por ninjas están a punto de entrar en guerra. Si en I am a Hero Hanazawa jugaba con el arquetipo del zombi, ahora es el turno de los ninja. El autor es consciente de que la idea que muchos lectores tenemos cuando pensamos en un ninja es una versión mitificada basada en la figura histórica de los shinobi. De esta manera puede proponernos un juego donde utiliza todos los elementos legendarios asociados a estos personajes para plasmar problemas sociopolíticos reales. Una gran metáfora donde lo mítico nos habla de lo real, convirtiéndose en un acercamiento auténtico y profundo a la verdad. Una vuelta de tuerca que demuestra la genialidad de Hanazawa.
En esta realidad ficticia, pero cercana a la nuestra, cuando terminó la guerra del pacífico, las fuerzas de ocupación obligaron a Japón a desmantelar todas las organizaciones ninja existentes. Pero, aunque la versión oficial es que lo hicieron, la realidad es que setenta años más tarde hay más de doscientos mil ninja infiltrados en la sociedad japonesa realizando misiones secretas. Kuro Kumogakure es un ninja de diecisiete años que forma parte del escalafón más bajo de la organización Nin y que vive en un edificio de apartamentos donde ningún vecino es normal ni parece trigo limpio. Esta organización está vinculada al Gobierno y tiene cierta relación con la policía japonesa. En cambio, la organización rival, Un, está totalmente al margen del control gubernamental.
Este punto de partida servirá al autor para abordar cuestiones como la desigualdad, las clases sociales y la regulación del mercado por parte del Estado. Problemas sociales, culturales y políticos del Japón actual que no son tratados de forma directa ni clara, sino con sutileza e inteligencia. De hecho, Under Ninja, como ya pasaba con I am a Hero, es un manga que requiere de cierto esfuerzo por parte del lector. Entre sus viñetas encontraremos gran cantidad de situaciones absurdas y de gags humorísticos, pero entre ellos se esconden pequeñas pistas para seguir la historia principal, incluso elementos que adelantan la trama. De hecho, es una obra que se beneficia de una segunda lectura para acabar de captar estos pequeños detalles que enriquecen al manga.
Pero las semejanzas con otras obras del autor no terminan aquí. En Under Ninja tenemos el personaje de Akikazu Yoshida, un escritor frustrado al cual, un buen día, los ninjas de Nin empiezan a contarle sus hazañas para que estas sean revela- das al mundo en forma de —supuesta— ficción. La figura del artista sin éxito que, sin saberlo, está haciendo algo importante para otras personas también aparecía en I am a Hero. Sin duda, es un tipo de personaje que siempre consigue arrancarnos una sonrisa. Quizás porque es prácticamente imposible no pensar que el autor nos intenta decir algo sobre sí mismo.
Un elemento que sí resulta novedoso es el hecho de encontrar referencias culturales reales esparcidas por el manga. Algunas que nos son más que conocidas, como Doraemon o Hattori, el ninja y otras menos internacionales, como cuando hace referencia al manga Himizu, de Minoru Furuya, autor inédito en España.
A nivel gráfico, Hanazawa está en su mejor momento. Su estilo se caracteriza por las líneas nítidas y limpias con uso de tramas lisas para los grises. Esto permite que la mirada del lector recaiga en los personajes, que se alzan como el elemento más trabajado —y, por tanto, más importante— de la página. Narrativamente, el autor trabaja con viñetas grandes y, en ocasiones, panorámicas, que consiguen transmitir de forma clara la acción sin apenas líneas de movimiento o artificios más típicos del shōnen. En prácticamente cada tomo de Under Ninja podremos disfrutar de varias splash pages, habitualmente en los momentos de máxima acción. Un recurso muy utilizado por el autor, donde podemos disfrutar de su estilo de la mejor manera posible.
En definitiva, Under Ninja es uno de esos mangas con apariencia de simplicidad, pero cuya trama no es para nada sencilla, llegando a requerir que el lector esté muy centrado en los pequeños detalles que conforman la vida de cada personaje. Cosa que no evita que estemos ante una lectura fresca y entretenida, recomendable para cualquier amante del noveno arte.