La figura del delincuente estudiantil japonés es un clásico en el manga y en el anime. Desde las historias de instituto donde su rol consiste en poner en apuros al resto de los personajes, hasta mangas donde son los auténticos protagonistas, como Crows, de Hiroshi Takahashi y Akira, de Katsuhiro Otomo. A su vez, la figura que encarnan estos personajes, remite a las pandillas de la subcultura yankii y bosozoku. Estas bandas japonesas tuvieron su auge en los años ochenta y estaban formadas por jóvenes que mostraban una actitud contestataria y antisistema, aunque se organizaban en grupos jerarquizados donde se valoraba especialmente la lealtad y el respeto. Sus principios, su estética y uniformes se inspiraban en la figura del samurai y en los kamikazes de la Segunda Guerra Mundial.
Ken Wakui, autor de Tokyo Revengers, explicaba en una entrevista para el periódico Le Monde que él mismo fue un adolescente pandillero. Sus vivencias en este mundo son su principal fuente de inspiración para sus obras. Su carrera profesional empezó en 2005 con Shinjuku Swan (Kodansha), un seinen recopilado en 38 tomos donde ya nos habla de la yakuza, de pobreza y prostitución. Sus siguientes obras serían Abaddon (2010), Sekisei Inko (2013), Dessert Eagle (2015) y, finalmente, en 2017, Tokyo Revengers.
En las páginas de la revista Shūkan Shūnen Magazine se empezó a publicar la historia de Takemichi Hanagaki. Un chico normal que trabaja en una tienda, vive de alquiler y siente que su vida es un fracaso, cuando de pronto descubre que su primera novia, Hinata Tachibana, y su hermano, Naoto Tachibana, han sido asesinados en un altercado provocado por la banda criminal Tokyo Manjikai. La noticia desata un fuerte shock en Takemichi, que empieza a recordar todo un pasado que se había esforzado en olvidar. Tras acabar el instituto, Takemichi había huido de una vida abocada a la violencia, pero dejó atrás a muchos amigos y seres queridos. Algunos de ellos, en la actualidad, aún forman parte de esta banda criminal que ahora vuelve a poner patas arriba su vida.
Pero su rutinaria vida no puede parar. Al salir del trabajo, Takemichi está absorto en sus pensamientos, en la tristeza y la conmoción que ha causado saber que los hermanos Tachibana han muerto. En ese momento, pasa algo y Takemichi viaja doce años atrás. Ahora es un macarra de instituto, su pelo negro está decolorado, su ropa informal se ha convertido en el uniforme del instituto. Nuestro protagonista no tarda en descubrir que viajar al pasado es una oportunidad para reencontrarse con Hinata y, quizás, salvarla de su prematura muerte en el futuro. Pero Takemichi no se quedará en el pasado de forma indefinida. Ken Wakui ideó un interesante recurso argumental que le permite a Takemichi saltar entre presente y pasado.
Ken Wakui nos invita a reflexionar sobre los condicionantes sociales que hacen que un cha- val de 14 años pase de ser un buen chico a ser un gamberro y de aquí a un delincuente juve- nil. Poco a poco iremos conociendo a los amigos de Takemichi y a los principales miembros de la Tokyo Manjikai. Así, descubriremos que tras sus espaldas hay historias de pobreza, violencia familiar y abandono. Situaciones que les han abocado a desconfiar del sistema y apoyarse en sus amigos y su banda, por los cuales estarán dispuestos a hacer prácticamente cualquier cosa. La exaltación de la amistad es uno de los leitmotivs del shōnen. Las editoriales están encantadas con este formato, los autores conocen perfectamente su desarrollo y a los lectores les sigue llegando hasta lo más profundo del corazón.
Pese a ser una fórmula conocida y explotada, Ken Wakui consigue que su manga sea diferente. Probablemente esto lo consigue gracias a un dibujo muy limpio y personal. Sencillo, estilizado, con pocos fondos y un uso de las tramas limitado a las sombras y a la ropa de algún personaje. Así como a un estilo narrativo muy dinámico, prácticamente cinematográfico, que favorece devorar el manga como si no hubiera un mañana. De hecho, la sensación de solapamiento de momentos cruciales hace que el lector no pueda asimilar totalmente los momentos dramáticos de la serie. Entrando en una espiral de emociones donde seguir leyendo es, prácticamente, una necesidad.
La popularidad de Tokyo Revengers tanto en Japón como en España es arrolladora. Junto con Haikyū!!, el manga de Ken Wakui se ha convertido en el libro más vendido en España en el día de lanzamiento con algunos de sus tomos. Las aventuras de la Tokyo Manjikai son mucho más que unos adolescentes peleándose por vanidades. Es una crítica a una sociedad que abandona a sus ciudadanos más desfavorecidos, un grito de rabia contra el sistema y una luz de esperanza para la amistad.