Quiero aprovechar este pequeño espacio introductorio para hacer una breve presentación de Hubert Boulard, cuya figura, por desgracia, no ha sido tan conocida en vida en nuestras fronteras como debería. Desde muy joven tuvo que con- vivir con una familia férreamente católica, que le supuso una traba para vivir abiertamente su homosexualidad y, aunque no comenzaría su carrera como guionista hasta 2002, siempre estuvo vinculado al mundo editorial. Ya en esta primera etapa colabora con Zanzim en Les yeux verts y La sirène des pompiers, donde podemos ver, aunque de forma sutil, algunas de las temáticas que continuarían trabajando posteriormente. En 2013 participa en Les gens normaux con Cyril Pedrosa, cuya presencia ha dejado huella en la obra que nos ha traído aquí. Aquel álbum fue ni más ni menos que un recopilatorio de complicadas experiencias narradas por miembros de la comunidad LGBT: los de parejas separadas por el SIDA, los de protagonistas en ambientes religiosamente opuestos a aceptar su condición, los de personas que buscan formar una familia y todas las complicaciones que la sociedad les impone. El resultado de esta obra es el testimonio sincero de cada una de las diez vidas que representa, entremezclado con artículos académicos sobre legislación, religión, identidad de género y fobias a lo largo de la historia, lo que la convierte en una de las campañas reivindicativas en defensa de los derechos del colectivo de mayor repercusión en toda la historia de Francia.
Y así, con unas pocas pinceladas de contexto, es como Piel de hombre cobra sentido. En una suerte de Italia renacentista, Bianca, la adolescente hija una familia noble, ha sido prometida al joven y atractivo Giovanni, a quien, para su desgracia y envidia de las otras damas, no conoce en absoluto. Con esta premisa tan aparentemente sencilla, ambos empiezan a dudar, cada uno por su cuenta, sobre la realidad de los matrimonios de conveniencia. Mientras él asume su papel con resignación, ella encuentra una salida cuando su madrina le ofrece una vía de escape: una piel de hombre con la que vestirse libremente para tener la segunda vida que todas las mujeres de su clan han necesitado en algún momento. Es así como se nos sumerge en un entramado de religión, censura, secretos personales y un mundo detalladamente calculado para abordar cuestiones como la familia, la identidad de género, la orientación sexual o la misoginia.
Junto a la reivindicación del guion, Zanzim hace gala de un elegante estilo ligeramente desdibujado, más cercano a la línea del cartoon americano de mediados de siglo XX que muchos de sus compañeros de BD. Sin embargo, como re- tomando la narrativa visual de la edad de oro, se lanza con curiosas distribuciones de planos, olvidándose de los marcos y ampliando los horizontes de las viñetas. Así convierte las páginas en un escenario sobre el que se van sucediendo escenas de un teatro iluminado con una paleta cromática sencilla, pero con una personalidad muy marcada. De esta forma, encontramos un canto a la diversidad frente a una dura y contundente crítica contra la hipocresía de las imposiciones morales en forma de coming-of-age medievaloide.
Con todo esto presente, no es de extrañar que, desde su publicación, Piel de hombre haya recibido premios que van desde el Grand Prix RTL de la Bande Dessinée en 2020 hasta el Fauve des Lycéens del Festival de Angulema en 2021. Lamentablemente, la edición española, aunque cuenta con un cuidado formato europeo dentro de la línea en la que suele trabajar Norma, carece de algo primordial para completar el planteamiento de reflexión social que, por el contrario, sí encontramos en otras, como la americana: una guía de discusión. Al margen de los tradicionales bocetos, la versión publicada por Ablaze nos propone continuar con más de una veintena de puntos que debatir y trabajar, tanto a nivel colectivo como individual, para reflexionar sobre lo que, sinceramente, podría ser el mejor legado de Hubert Boulard a la industria del cómic.