Parker no es solo un criminal, es un símbolo que defiende todos los estigmas del personaje clásico, del bueno y del malo, si es que se puede trazar una línea entre ellos. Parker podría bien ser el detective, pero la vida le ha llevado a ser el gánster; es tan solo un matiz más en su devenir.
Durante décadas, el cine negro norteamericano ha colonizado el mundo con una serie de héroes y antihéroes cargados de principios, a veces volátiles, a veces innegociables, en cualquier caso, siempre extremos. En un contexto de tipos duros, agotados por derrotas de un pasado pretencioso y oculto, fuma- dores empedernidos, alcohólicos orgullosos, y siempre preparados para encajar nuevos golpes con el fin de poder demostrar su justicia, no siempre legal, por supuesto, encontramos el hábitat perfecto para que se entrecrucen turbias historias del hampa, con venganzas, regresos, un poco de amor, y un protagonista con ese aire seductor a lo Don Draper, altivo y firme, preparado para sublimar con orgullo su papel.
Este volumen integral reúne dos de las cuatro adaptaciones de sus aventuras, escritas originalmente por Richard Stark, seudónimo de Donald Westlake, y adaptadas por Darwin Cooke tanto en los textos como en los pinceles. Westlake, que estuvo supervisando la publicación del primer tomo hasta que en 2008 le sorprendió la muerte poco antes de su publicación, se mostró siempre entusiasmado con su traslación al cómic.
Stark llegó a escribir nada menos que veinticuatro novelas con Parker de protagonista, hecho que le dio una enorme popularidad, con diversas adaptaciones para el cine. El canadiense Darwin Cooke se decide a adaptar estas aventuras con un entusiasmo apabullador, casi diríamos que furioso, como así se puede ver re- flejado en sus pinceles. La fuerza de sus dibujos cargados de manchas gruesas y con un leve aire retro puede recordar a maestros como Milton Caniff, Hugo Pratt u otros grandes de la época dorada de las tiras de prensa, eso sí, con un punto de figurativismo que le sienta como anillo al dedo. Cooke se desentiende de la paleta de colores clásica tan característica del mundo de los superhéroes con los que había trabajado tanto para agarrarse a un bitono que no hace más que extender la magia por todas sus páginas en colores azul verde y azul acero. Juegos de degradados, pinceladas amplias y manchas que incluso nos podrán recordar a nuestro querido Montesol. Desgraciadamente, a Cooke le sor- prendió la muerte muy recientemente, en 2016, y a los 54 años. Quién sabe hasta dónde hubiera sido capaz de llegar con sus adaptaciones.
En El Cazador, Parker es traicionado hasta la médula por su mujer y su mejor amigo, y posteriormente dado por muerto. Su odio y sus ansias de venganza serán tan grandes que le mantendrán con vida lo suficiente como para diseñar una venganza fría y contundente. Mientras que en La Compañía, después de que Parker haya recuperado lo que le pertenecía y encontrarse disfrutando de una vida cargada de lujos bajo un álter ego, es descubierto por un chivato que intenta venderlo. Evidentemente nada es fácil con Parker, y este tendrá que tomar cartas en el asunto atacando donde más duele, a la cúpula de La Compañía.
La ciudad también juega un papel especial, da igual su nombre: Los Ángeles, Nueva York, Miami… Hablamos tanto de los sectores más reconocibles como también de esa parte a la que difícilmente llegan los turistas, en la que la noche y la lluvia decoran sus calles; son los bajos fondos y sus locales. No diremos aquí una cosa tan evidente como que sus páginas están llenas de jazz.
Tanto el integral como su publicación por tomos fueron galardonados con varios premios Eisner: en 2011 al mejor guionista y dibujante, y en 2012 a la mejor novela gráfica compilada.
Este primer tomo integral incluye también la transcripción de una charla en la que Ed Brubaker y Tom Spurgeon dialogan con Cooke, acompañada de diversas ilustraciones inéditas.
Aviso a maleantes: cuando peor se ponen las cosas, mejor se pone Parker.