Cleary, una joven pelirroja que trabaja de cajera en un supermercado, tiene un encuentro casual con Tim, un viejo amigo del instituto. Juntos pasan la tarde y parte de la noche removiendo recuerdos del pasado. Aprovechan para ponerse al día de los vaivenes sentimentales de sus respectivas vidas. Hablan de lo que se ocultaron entonces, de su identidad y de sus expectativas. Con el paso de las horas y el consumo de alcohol, sale a relucir la insatisfacción que sienten consigo mismos y un cierto cansancio existencial. Los dos personajes bajan las guardias, desatan las lenguas y verbalizan los comportamientos erróneos detectados. Las verdades difícilmente asumidas van saliendo a la luz.
Inserto dentro de la historia central descubrimos una segunda narración. Esta parte que ocupa casi la mitad del libro, empieza cuando Cleary encuentra la novela Un paso al interior no significa que lo entiendas bajo un arbusto. Mientras espera a Tim, la empieza a leer. El libro dentro del libro está dibujado con líneas negras de trazos claros y hermosos con una atmósfera gráfica muy distinta a la del resto del cómic. Narra la confluencia de una artista de striptease, de físico ambiguo y cambiante, con un conductor de camionetas. La unión entre una persona creativa con un hombre de pensamientos y deseos corrientes que se siente despreciado por el abandono de su mujer es difícil que pueda tener continuidad.
Tommi Parrish nació en Melbourne (Australia) en 1989 y vive entre el oeste de Massachusetts y Montreal. Esta autora de cómics e ilustradora ha decidido vivir en esta parte de América del Norte por tener unos costos de nivel de vida que le permiten vivir de su trabajo como historietista. En esta zona residen muchos de los compañeros de profesión que realizan obras que le entusiasman, y no se encuentra muy lejos de las sedes de las principales editoras de cómic en inglés.
Parrish, de joven estudió en escuelas de Bellas Artes, donde realizaba dibujos, pinturas abstractas y esculturas. A partir de los 21 años descubre en los cómics el medio ideal para expresar las ideas que le bullen en la cabeza y empieza a explorar el medio. Le gusta el reto, la disciplina y la perseverancia que implica pensar y dibujar un cómic. Busca plasmar líneas argumentales que no sean flojas, ni aburridas. Lo consigue a base de trabajar todos los días y en todas partes. Como autora, no busca crear desde una isla solitaria, sino que lo hace contrastando opiniones con personas cuyos criterios le interesan. En 2016 publica su primer libro, Perfect Hair, una recopilación de historias cortas.
Lo primero que sorprende de este cómic extraño, atractivo y profundo, es un estilo estético sólido y diferente. Una paleta propia de colores primarios agrisados imprime un ambiente de sensibilidad a la narración. Los colores densos suman diversas capas de gouache hasta llegar a formar texturas que pueden expresar emociones. En la mayoría de las viñetas no hay líneas negras que delimitan los contornos. La elección de los colores y cómo interactúan entre ellos en cada dibujo es un tema estético importante que contribuye a dar una determinada atmósfera al tono intimista del cómic.
El universo de personajes de Parrish está formado por seres ambiguos, macizos y asexuados con unas pequeñas cabezas que parecen no ser lo suficientemente grandes como para saber encauzar la confusión y la angustia que habita en esos cuerpos. Los rostros que aparecen son expresivos, y los cuerpos, con brazos largos y curvados, parecen estar especialmente concebidos para abrazar. El cómic es un compendio de gestos, detalles de unas vidas que, contadas con maestría, van delatando las profundidades abisales de la mente humana. La autora no juzga a los personajes que nos muestra sin ningún pudor ni sentimentalismos. Gracias a su destreza como narradora, logra que los sintamos próximos. Las emociones que todos hemos podido experimentar nos son mostradas desde un punto de vista sensible y diferente.
La inmadurez adolescente de Tim, incapaz de aceptar sus contradicciones vitales, se ve enfrentada a las paradojas de Cleary. La chica, mucho más consciente que Tim de sus incoherencias, lo resume en una frase: «Odio mucho a los hombres. Pero odiarlos sería mucho más sencillo si no tuviera que follármelos también».
La mentira, a quién y cómo la contamos, está muy presente. El engaño, hacia uno mismo y al resto del mundo, es lo que nos permite vivir en una ficción que hace que quizás sea soportable la cotidianidad. Esta autoprotección parece no ser capaz de darnos la felicidad, y solo con un ejercicio de autoaceptación podremos madurar.
La obra es una invitación a abrir la mente de los lectores para no perpetuar los estereotipos sobre el sexo. El concepto binario de género, tan arraigado en la sociedad, queda en entredicho cuando a una persona, independientemente del sexo con el que haya nacido, le puede gustar afeitarse la cabeza, ponerse peluca o calzarse unos zapatos de tacón alto. La difícil aceptación por parte de los personajes —que una parte de su deseo sexual va dirigido a personas de su mismo género— es uno de los grandes temas del libro. Sus conflictos individuales con la sexualidad son complejos, y sus angustias los hacen vulnerables.
Tommi Parrish es una artista que quiere que su obra conecte con el lector. Piensa en los mecanismos narrativos que le ayuden a lograrlo y consigue su objetivo. Sus relatos sobre realidades íntimas no dejan a nadie indiferente. La joven autora es un valor consolidado con una exquisita sensibilidad, y gracias a sus ansias de perfeccionismo consigue historias fascinantes que nos dejan a los lectores con la sensación de haber leído una gran obra.