Centramina está bloqueada ante la página en blanco, lleva días sin saber cómo continuar la historia en la que está trabajando. Así que decide ir en busca de la inspiración perdida, y nada mejor que una salida nocturna por su viejo barrio, a «buscar la noche en la noche». Allí se encuentra con su antiguo colega Optalidón, y juntos inician una noche de aventuras, bares, y drogas, muchas drogas. En los locales de siempre, los inalterables del barrio, y también en los nuevos antros. Encontrándose con los viejos camellos y con los (t)errores del pasado. Con folklóricas venidas a menos y con peligrosas sectas perseguidas por la policía. Una noche muy loca y peligrosa que no puede acabar bien.
Lorenzo Montatore (Madrid, 1983) crea en ¡Cuidado que te asesinas! una historia de juerga nocturna que podría enmarcarse en lo que ya es todo un género en sí mismo, con ejemplos como el Jo, ¡qué noche!, de Martin Scorsese (After Hours, 1985). Pero que va mucho más allá, Lorenzo echa la mirada atrás y la referencia para su salida nocturna es Luces de Bohemia, de Ramón María del Valle-Inclán. Y es que hay mucho de retrospectiva en la historia de Centramina, tanto a los clásicos españoles como al propio pasado del autor. Una mirada al pasado que no es tanto nostalgia como base de reflexión para explorar nuevos caminos.
Los dos protagonistas tienen nombre de droga estimulante, Centramina desayuna con litio, y la presencia de las drogas como sustento para la noche están presentes a lo largo de toda la historieta. Drogas que están relacionadas con la alteración de los estados de ánimo, con la euforia y la depresión, los dos extremos del trastorno bipolar al que las circunstancias de Centramina hacen clara referencia.
Y si fuera poco, hay que añadir reflexiones sobre la vida de barrio, y la degradación de los mismos. Muchas referencias y guiños a la cultura popular que influencia a Montatore: citas de Francisco Umbral, canciones de Mocedades y de bandas punk como Dead Kennedys, Hüsker Dü o Fugazi. La palabra punk que también busca la folklórica Soberana para recuperar su estrella, la palabra punk que domina Centramina, que no deja de crear nuevos vocablos como musiconismo, turulo, autopsiar. Una pasión por los neologismos que Montatore también comparte con Umbral.
Toda una serie de referencias y de ideas bien encajadas en la historia que Montatore nos cuenta. Tan perfectamente destiladas como el estilo con que lo hace. Un estilo que ha evolucionado radicalmente desde sus primeras historietas largas de hace ya casi 10 años, y que han seguido una evolución muy meditada desde la ruptura que supuso La muerte y Román Tesoro (De Havilland, 2016) y donde ha ido incorporando ideas probadas en los experimentos gráficos que realiza en los fanzines de Panoli Creaciones. Un estilo minimalista, que se encuentra entre la nueva vanguardia del cómic, esa que para buscar nuevas vías en el medio echa la mirada atrás (de nuevo), y si Schrauwen o Ware se fijaron en los clásicos de la prensa americana, Montatore, como profundo amante de la cultura más local, se va a los caricaturistas de antes de la escuela de Bruguera, a los humoristas de la generación del 27, autores como Tono o Mihura, que publicaban en revistas como La Ametralladora o la famosa Codorniz. En ellos encuentra un estilo del que se puede tirar el hilo siguiendo nuevos caminos, que también pasan por el underground, del dibujo feroz y directo, del buscar más expresividad que precisión, con colores que se salen de las líneas, donde la mancha puede ser sencilla y dar forma a los fondos. Una búsqueda de soluciones gráficas que tratan de simplificar el dibujo hasta casi convertirlo en un diagrama que explique la acción: el metro de Madrid se convierten en unos portales dimensionales con un simple círculo negro, y sin embargo siguen identificándose como algo totalmente madrileño gracias a su característico logo.
La simplicidad gráfica también se encuentra en el uso del color, con colores planos, que diferencian los distintos escenarios y momentos, con un predominante azul oscuro de fondo para la noche, una de las protagonistas de la historia. Un uso de los colores que recuerdan a los dibujos de la Pantera Rosa, de Friz Freleng, y es que el mundo del cartoon clásico es otra de las influencias de Montatore. Influencia que también se ve en el diseño de algunos personajes y situaciones. En cambio, Centramina, con piel verde y larga melena pelirroja que le ocultan los ojos, tiene una presencia tridimensional en la sorprendente portada, donde aparece fotografiada como si fuese un muñeco de los Muppets, o de la versión más perversa, los Feebles, de Peter Jackson.
En definitiva, ¡Cuidado que te asesinas! es una maravilla de falsa simplicidad, en la que el lector seguro empatiza enseguida y queda atrapado por sus personajes, porque quién no ha tenido una noche de fiesta de esas de para haberse matado. Montatore lo lleva a su campo, con un minimalismo punk lleno de humor surrealista. Y consigue con ello uno de los tebeos más destacados del año, con una historia muy divertida llena de detalles y reflexiones para descubrir en cada relectura.
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Añade el tuyo[…] esquemática que ni siquiera su vestido está dibujado. El Hombrecillo Blanco la antítesis de la Pantera Rosa: se irrita con frecuencia, es incapaz de comprender lo que ocurre a su alrededor y no cuenta con la […]