En 1978 el estadounidense Will Eisner publicó Contrato con Dios, que pasa por ser el primer cómic con la mención «novela gráfica» en su portada. En ese mismo año, aparecían en Francia las primeras páginas de Ici Même, una historieta que rompía con los cánones habituales del tebeo: un relato extenso, en blanco y negro, y con un protagonista que no tenía nada de héroe. Para mayor asombro, el álbum se dividió en capítulos, lo cual era toda una rareza en la época. Tan atípica resultaba esta obra que la crítica la consideró como un «aerolito» dentro de la galaxia del cómic. En ese 1978, el término «novela gráfica» estaba lejos de ser una etiqueta con la popularidad que tiene hoy, sin embargo, las novelas gráficas de ahora son hijas de una fuerte transformación en el mundo del cómic y en Europa este cambio fue posible gracias a obras como Ici Même.
Curiosamente, la obra destinada a revolucionar la historieta europea no nació para ser contada en viñetas. Quizás eso explica su singularidad. El guionista, Jean-Claude Forest, la había concebido diez años antes para el cine y el actor Jean Rochefort había aceptado interpretar el papel protagonista. Pero Forest no logró financiación para la película y el guion quedó apartado hasta que Jacques Tardi le dio vida en forma de cómic. Tardi ya era entonces uno de los artistas más personales de la historieta francesa pero con Ici Même conquistó la categoría de autor de culto.
El protagonista de Ici Même es Arthur Même, último heredero de unas tierras que el rey Luis XV de Francia otorgó a uno de sus antepasados. Con el paso del tiempo, y tras algunos procesos judiciales, los terrenos fueron divididos y ahora Même solo dispone de la propiedad de los muros que delimitan las distintas fincas. Conserva, eso sí, el derecho a cobrar unas monedas cada vez que alguien tiene que abrir una de las verjas para cruzar esos muros. Arthur Même resulta cómico yendo de una verja a otra, por encima de los muros, con su vestido negro y su sombreo de hongo, con sus prismáticos y su cacerola para recoger el dinero que recibe de los propietarios para abrir las puertas. El dinero que recibe, más que una paga parece una limosna.
Même es un rey sin tierra. Encaramado sobre sus muros, los metros que lo separan de ras del suelo parecen una metáfora de la distancia que lo aparta del mundo que tiene a su alrededor y que no logra comprender. Junto al alucinado Même aparecen personajes como Julie (que se enamorará de él), el tendero que lo visita con su barcaza, el presidente de la república Francesa (preocupado ante unas elecciones inminentes) y una madre fallecida a la que Même insiste en llamar con un teléfono que ni siquiera funciona.
Ici Même se concibió como una verdadera novela o, si se prefiere, como un cómic que pide al lector la misma actitud que tendría ante una novela. «Lo que me molesta —explicaba Forest en 1980— es que no se lea un cómic como se lee una novela. En una novela se cree que todo encaja, que el autor sabe dónde va, que no hay nada gratuito. No siempre se comprende pero, a pesar de eso, en literatura se tiene derecho a todo, incluso a ser oscuro o hermético. Pero en cómic no». Gracias a Ici Même esta percepción empezó a cambiar. Cada una de sus páginas, cada viñeta y cada diálogo parecen estar ahí para combatir esos prejuicios. Esta es una historia llena de imágenes sugerentes, simbólicas, oníricas; pero también contiene momentos de humor. Todo está calculado. También su ritmo, que se va acelerando página a página, hasta alcanzar el clímax en una gran fanfarria que convoca a todos los personajes. Ici Même avanza como una bola de nieve por la pendiente de la montaña: cada vez más rápida y cada vez más enorme.
En el prólogo del álbum, el guionista pide que la obra no sea leída como una sátira de nuestra sociedad. Pero resulta difícil cumplir este deseo y no dejarse llevar por la variedad de temas que encontramos en Ici Même: la propiedad, el poder, la ley, la justicia, el amor, la sexualidad, la soledad, la esquizofrenia, la emancipación, la muerte, la política, los asesores de los políticos… Forest articula el relato única y exclusivamente a partir de los diálogos, sin necesidad de recurrir a un narrador externo ni al texto en off. Es una obra contada con gran agilidad. No está de más añadir que entre las virtudes de Ici Même está la de ser un libro magníficamente escrito.
Gráficamente es además una obra bellísima, con un estilo a medio camino entre el realismo y la caricatura, reforzado por un inteligente uso del blanco y negro. Partiendo de maestros como Pratt, Battaglia, Giraud o Jacobs, el dibujo de Tardi alcanza una personalidad tal que lo convierte en jefe de filas de una nueva generación de dibujantes con nombres tan destacados como David B, el autor de Epiléptico. Tardi es un artista orgulloso de su independencia, un creador de una coherencia insobornable y un ácrata alérgico a los halagos institucionales (en Francia, su rechazo a la Légion d’Honneur fue sonado). Por suerte para nosotros, es también un trabajador incansable que ha elegido el cómic como medio de expresión. Obras como Niebla en el puente de Tolbiac, Así fue la guerra de las trincheras, El grito del pueblo o ¡Puta guerra! demuestran que Tardi es uno de los nombres imprescindibles del cómic. O si se prefiere, de la literatura en viñetas.