Podemos afirmar sin temor a equivocarnos que Black Jack, el diestro y enigmático cirujano fuera de la ley, es uno de los personajes más carismáticos surgidos de la inabarcable imaginación de Osamu Tezuka, el dios del manga. Creado en 1973, el personaje de Black Jack —sobrenombre de Hazama Kuroo— es un hombre aparentemente amargado, amoral y algo oscuro, un médico sin licencia que reclama millones de yenes a todo aquel que requiera de sus servicios. Las cicatrices que luce en cara y cuerpo tampoco le ayudan precisamente a despertar simpatías entre quienes no le conocen. Pero cada uno de sus movimientos tiene una explicación y los lectores las iremos descubriendo capítulo a capítulo hasta tomar conciencia de la verdadera fortaleza interior de un médico que se mueve en los márgenes y la clandestinidad. Aunque todo el mundo ha oído hablar de sus increíbles dotes, a Black Jack le gusta pasar inadvertido, no acepta chantajes emocionales, presiones políticas o amenazas violentas. Así es como consigue poner su firme moralidad y la defensa de la vida de cualquier persona o incluso animal (léase, por ejemplo, la historia titulada «¿A quién operar primero?») por delante de cualquier otra cosa. Esa es su forma de entender la medicina y la justicia y su forma de posicionarse frente a los privilegios de los poderosos.
A lo largo de diez años, Black Jack protagonizó casi doscientos casos en los que debía enfrentarse a disyuntivas en las que la vida y la muerte pendían de un hilo, a amantes que lo darían todo por recuperar a sus seres queridos, a ricos despiadados incapaces de apreciar el valor de la existencia, o a decisiones difíciles en las que siempre sabrá como actuar. Gracias a la profundidad moral y emocional con la que Tezuka dotó a su personaje, cualquier lector acaba por empatizar con él, y, lo que es más importante, a entender cada una de sus decisiones. Su inquebrantable apuesta por la vida, por socorrer por igual a todo tipo de enfermos y por dar lecciones de humanidad, le convertían en una suerte de héroe maldito. Y así se mantuvo durante diez años. Eso sí, Tezuka siempre supo salpicar las historias más trágicas con notas de humor, gentileza sobre todo de Pinoko, una adolescente atrapada por cosas del destino en un cuerpo de chiquilla, compañera inseparable del doctor.
Entre esos casos protagonizados por una amplísima galería de personajes, encontraremos episodios para el recuerdo, con una carga emocional sorprendente, otros que se resuelven sin sorpresas en apenas unas pocas páginas y otros que funcionan casi a modo de transición hasta que llegamos a la siguiente gran historia. Pero todos ellos conforman un mundo en el que cualquier lector puede sumergirse con facilidad, disfrutar de las aventuras o acongojarse con las tremendas situaciones que Tezuka nos narra con la fluidez habitual que siempre le caracterizó.
En cierta manera, el personaje de Black Jack sirvió a Osamu Tezuka para imaginar la excitante vida de un médico, tras abandonarla él mismo y decantarse por el mundo del manga. Entre líneas, Tezuka nos transmitió su forma de entender la medicina, enfrentándola a la visión de personajes como el doctor Kiriko —quien aboga siempre por la eutanasia para los pacientes en situaciones delicadas—, u otros protagonistas puntuales como el doctor Goebbel.
En Japón, las aventuras de Black Jack —un éxito inesperado desde sus primeros capítulos— aparecieron en las páginas del semanario de manga Shônen Champion durante diez años, convirtiéndole en uno de los personajes más queridos de Tezuka. Por lo que respecta a nuestro país, en España no pudimos disfrutar de la obra hasta que Glénat la publicó, entre 2006 y 2009, en diecisiete volúmenes. Han tenido que pasar casi diez años para que Planeta Cómic la haya reeditado en un tamaño mucho mayor y en ocho tomos de más de seiscientas páginas cada uno, coincidiendo con el noventa aniversario del nacimiento del dios del manga. Ahora bien, aunque el formato de esta nueva edición facilita su lectura y permite un mayor disfrute visual de cada una de las páginas, se echa en falta la información relativa a las fechas de publicación originales de cada una delas historias en Shônen Champion, datos que sí se incluyeron en la edición de Glénat.
En cuanto a las adaptaciones en anime, destacan sobre todo las firmadas por Osamu Dezaki (responsable también de la serie de animación de La rosa de Versalles, de Riyoko Ikeda, los OVA de One Pound Gospel, de Rumiko Takahashi, o dos largometrajes de Golgo 13, de Takao Saito). Dezaki dirigió los diez episodios del primer OVA de Black Jack (1993-1995) y el primer largo, de 1996. Posteriormente y en diversas ocasiones, el propio hijo de Tezuka, Makoto, se encargaría de adaptar a televisión las aventuras de tan inolvidable y carismático antihéroe.