El Bosco pintó un infierno tan repulsivo como fascinante. El demonio teriomórfico, una suerte de búho, se encarga de devorar hombres para expulsarlos a continuación por el ano. Los Peca- dos Capitales son castigados de las formas más duras y, al mismo tiempo, ácidas e irónicas. El submundo cadavérico del averno que recrea el pintor recuerda mucho a la ciudad de La Mala Pena en la que se ambienta el relato de Sequeiros. Pesadilla y auténtica protagonista del libro. Lujuria y obsesión se dan la mano en unas calles en las que se respira la sangre, el sexo y la muerte. Podredumbre física y emocional. Universo tan personal y directo como el creado por Miguel Ángel Martín en Neuro World. Esa urbe que cerró el último número de la revista El Víbora, plagada de edificios y bares en los que sus protagonistas se veían bombardeados continuamente por aquello que más detestaban. O, por lo menos, eso creían.
Pero en la obra del autor de origen argentino no encontramos los colores del tríptico de El jardín de las delicias, que sobresalen incluso en el Inframundo. Ni la ligne claire de Martín. Lo que emerge es la profundidad del blanco y negro, como un cuchillo afilado que se dirige al lector. En su vertiente caligariana, más propia del expresionismo alemán, plena en contrastes de luces y sombras. Una luz que solo pueden dominar maestros como el propio Sequeiros, para el que Keko y José Muñoz son dos influencias claras. Livingston contra Fumake o Encuentros y reencuentros son referencias para su firma, al igual que la producción de Frank Miller. Cine plasmado en las páginas, por su estética, pero también por la agitación que el relato transmite. La densidad de sus tintas y la originalidad de cada nueva viñeta o splash page suponen continuas sorpresas que llenan con su fuerza al lector.
La ciudad de tinieblas se potencia gracias a una edición de lujo por parte de Reservoir Books. Un gran formato en tapa dura que nos hace pensar en el libro ilustrado. Las tablas que constituyen portada y contraportada nos dan ya una buena muestra de lo que vamos a poder localizar en el interior. El desollamiento es más expresivo que cualquier descripción. Y es que, en verdad, la obra admite pocas definiciones. Es un libro único y especial. Con varias capas de lectura a nivel narrativo y simbólico. A la altura de una historia esperada durante mucho tiempo.
A lo largo de dos décadas, el cómic arrastró la fama de maldito. A su autor lo habíamos podido leer en páginas de los magacines del conocido como boom del cómic adulto, con El Víbora entre ellos. Con uno de sus redactores jefe más conocidos, Hernán Migoya, Sequeiros colaboró realizando las ilustraciones de Hazañas eróticas del cuarentón hijoputa (2017, Dibbuks). La Cúpula fue la encargada de editar Tó Apeirón (1996). Y dos de las obras del historietista fueron publicadas por la editorial Camaleón, dirigida por Juan Carlos Gómez y Alex Samaranch (componentes en la actualidad de Estudio Fénix): Ambigú (1993) y Nostromo Quebranto, el hombre de la mano comida por el tiempo (1995), donde ya se deslizaban componentes de La Mala Pena. El talento del dibujante ha pasado por la prensa y por nombres como Hernán Casciari, Arcadi Espada o José Luis Sampedro. Con Romeo muerto, se exorcizan los demonios oscuros de dos décadas de adicción al alcohol. El dibujo se constituye como tabla de salvación e instrumento para comunicar lo que albergan cuerpo y mente.
La botella lanzada al mar de esta novela gráfica llega al lector con un grito ahogado en su interior, a modo de thriller inclasificable. No supone un cierre, sino una apertura a nuevas historias futuras que se expanden a partir de los personajes desarrollados. Nein sagen (decir no) es el primero de los cuatro tomos planteados por Sequeiros. Le seguirían Nein tun (hacer no), Nein wollen (querer no), y Nein denken (pensar no). Interdicciones extraídas de los textos de Friedrich Nietzsche en sus críticas al cristianismo. Iconoclastia verbal transmitida también al ámbito de lo visual en las páginas de Romeo muerto. La Mala Pena tiene muchos callejones de sombras por los que llevar al lector. Vuelco traumático de vitalidad en un cuento terrible. La creatividad tiene caminos tan fantásticos como impredecibles.