Siempre tendremos 20 años

Ese lugar en el que éramos invencibles a pesar de todo

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Si Rainer Maria Rilke definió la infancia como la patria del hombre, Jaime Martín define la juventud como el barrio del que nunca se acaba saliendo y al que siempre se vuelve, una época que otorga alegrías y amarguras, y en la que se crean complicidades que tatuarán la madurez. Unos años en los que se descubren las drogas, el sexo y el rock and roll, algo que no por ser más manido es menos cierto. El autor nacido en L’Hospitalet de Llobregat hace de su ciudad orgullo de clase obrera, y lo hace con toda justicia, alardeando de barrio y de amistades, de excesos y de debilidades, pero sobre todo de vida y de años ochenta. De la misma manera que Kiko Amat recoge el testimonio del quinqui de extrarradio de finales de siglo para redimirle en prosa, Martín hace exactamente igual en viñetas, sin ser condescendiente ni dulcificador, sin anestesia, pero con la lírica necesaria de quién lucha para salir a flote con la energía que proporciona el grupo y la gasolina que proviene de la rabia y el rechazo a la injusticia. Jaime Martín nos viene a decir: este soy yo y me siento orgulloso.

Con este volumen se cierra una fantástica trilogía que incluye Las guerras silenciosas (Norma, 2014) y Jamás tendré 20 años (Norma, 2016), en la que el autor se zambulle en la memoria de su padre y abuelos, respectivamente. Un retrato coral de tres generaciones que constituyen una excelente estampa de los últimos sesenta años en este país.

El libro repasa esos «20 años» que nunca volverán, desde la infancia, con la celebrada muerte de Franco: años de tebeos y bocadillos, pero sobre todo de comprensión del mundo exterior, del mundo real que se muestra con toda su crudeza, pero también con sus múltiples posibilidades. La adolescencia con los amigos, que lo serán todo y más. El rock duro como fuente de expresión, de empoderamiento, y de identidad. La juventud queda sintetizada en el amor, los sueños, el no futuro, la amargura, la drogas, las litronas, El Víbora, y siempre, siempre los amigos. La madurez y el camino hasta nuestros días lo hace en la pareja, el trabajo y los reencuentros. Y siempre el barrio como el eje central del engranaje. Al igual que otras periferias, L’Hospitalet podría ser Carabanchel o Barakaldo —por poner solo un par de ejemplos—, una ciudad gris y enorme que crece a la sombra de otra más grande y siempre más maravillosa, que absorbe la vida y hace de caja de resonancia de sus habitantes. Una ciudad que asume el rol de secundaria, pero que no se resigna, acostumbrada a luchar en las calles y conformada por ese mestizaje que siempre reivindicó Paco Candel (1925-2007). Este es el escenario donde moverá el autor sus piezas, y os puedo garantizar que son sumamente reconocibles —calles, bares, institutos, etc.— en su representación en las páginas de este cómic.

Cabe destacar que, mientras Jaime nos muestra la vida pasar, paralelamente vemos cómo irá creciendo como autor. Seremos testigos de unos inicios autodidactas, unos avances paso a paso, quemando etapas. Posteriormente, la llegada de sus primeras publicaciones y la definición de su estilo, con un fondo autobiográfico cuando aún no estaban de moda dichas narraciones. Y siguiendo su camino hasta convertirse en una de las voces más importantes del panorama europeo actual. En resumen, un tipo hecho a sí mismo, un gran autor.

Tampoco podemos dejar de mencionar la banda sonora que acompaña toda la historia, especialmente en relación a la música heavy: con sus bandas, ritos, y vestimentas. En Siempre tendremos 20 años, se desarrolla un homenaje al rock honesto y electrizante que vivió su edad dorada a finales del siglo pasado, un tiempo que suena lejano, pero que en realidad está muy cerca.

Jaime Martín empezó a publicar en revistas humorísticas en 1985, pero es en 1987 cuando entra en el equipo habitual de la revista El Víbora (1979-2005), hecho que supone un determinante punto de inflexión en su carrera. Es en ese contexto en el que obtendrá la libertad para publicar historias mucho más personales y comprometidas, como Sangre de Barrio (La Cúpula, 1994), o Los primos del parque (La Cúpula, 1991), ambas serializadas en dicha revista. La primera le valió el premio a autor revelación en el Saló del Còmic de Barcelona de 1990 y paralelamente supuso también un despegue en su popularidad tanto por el público como por la crítica. A partir del año 2000 comenzó una fructífera relación con la editorial francófona Dupuis, que se convertiría en su editora principal. En 2017 obtuvo el premio de mejor obra en el Saló de Barcelona por Jamás tendré 20 años, hecho que consolidó una trayectoria merecidamente exitosa. Con la publicación de Siempre tendremos 20 años, Norma, su actual editor para nuestro país, hace gala de una edición perfecta en consonancia con el resto de las ediciones de la obra reciente del autor hasta la fecha.

Nosotros siempre tendremos muchos años, pero para Jaime Martín no pasa el tiempo.

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