No es fácil derrotar los prejuicios de una sociedad desmemoriada que impone etiquetas gratuitamente en un contexto de urgencia que rara vez ahonda en la reflexión. Por eso, Baños Pleamar es un inmejorable muestrario para destacar el talento y empeño de Isaac Sánchez, cuya trayectoria como autor cada vez está más reconocida y consolidada.
La construcción de una historia llena de matices convierte a esta novela gráfica en un artefacto narrativo que activa los dispositivos del recuerdo del autor, una forma de contar, sugerente y madura, conectada con Amarcord (1973), de Federico Fellini. Sánchez, como el cineasta italiano, indaga en las entrañas de lo vivido, desmadejando el mosaico de la vida y haciendo buena la afirmación de Rilke sobre la infancia como la verdadera patria del ser humano.
La introducción y el epílogo dan forma a una veintena de capítulos presentados con una fotografía que remite a los recuerdos recogidos en la obra. El comienzo anticipa que no se basa en hechos reales, evocando recuerdos a partir del lugar donde se desarrolla. El «Baños Pleamar» opera como narrador principal, estableciendo un diálogo con la memoria sentimental de Isaac y el niño que fue, apelando, simultáneamente, al lector.
La novela gráfica acontece fundamentalmente entre las décadas de 1980 y 1990. «Baños Pleamar» se ubicaba al lado del litoral playero de Badalona, ofreciendo comidas, baños en piscina y otros servicios turísticos de sol y playa. Durante la temporada estival, estos populares locales con baños comunitarios, estaban dotados de restaurantes, chiringuitos o merenderos dirigidos a los turistas de playas contaminadas no aptas para el baño. El establecimiento servía de casa y sustento a la familia protagonista. Este espacio atesora las anécdotas y el carácter del matrimonio compuesto por Andrés y Palmira junto a sus cuatro hijos: Antonio, Fátima, Saray e Isaac.
Un relato vital y sentimental de la Badalona de los años ochenta y noventa
El área metropolitana de Barcelona sufrió una auténtica metamorfosis en vísperas de las Olimpiadas de 1992. Las ciudades próximas a la capital catalana parecían ajenas a lo que ocurría. Unos cambios que también llegaron a Badalona, tierra de acogida para miles de migrantes de toda España. La localidad sufrió su particular metamorfosis, vaivenes sustanciados en el libro.
Historia con vocación coral, «Baños Pleamar» es frecuentado por singulares secundarios que acompañan las vicisitudes de la familia. Además, las viñetas están jalonadas por multitud de referencias, desde series animadas como las Tortugas Ninja, el cine de terror con alusiones a Freddy Krueger o las gemelas de El resplandor (The Shining, Stanley Kubrick, 1980), los pósteres de estrellas juveniles que la Súper Pop regalaba, la música pop, la copla o el cine en VHS con títulos palomiteros como Gremlins (Joe Dante, 1984), Esta casa es una ruina (The Money Pit, Richard Benjamin, 1986) o Perseguido (The Running Man, Paul Michael Glaser, 1987).
Guiños a la memoria de muchas generaciones a partir de la publicidad de la época y la llegada de la televisión privada a España. Un momento que favorece la proliferación de espacios de videncia o teletiendas que vertebran las secuencias centradas en el personaje de Palmira. Aparecen revistas de cómic adulto como Cimoc, una pasión compartida entre Antonio, el hermano mayor, e Isaac. De hecho, Antonio publicará páginas en estas publicaciones, traspasando su afición a Isaac, cuyos primeros trabajos ilustrados son el boceto historietístico «Los Alummanes» o el dibujo de «Panzaman». La creatividad familiar viene precedida por Andrés y su actividad como intérprete de canción española, al que los hermanos convencen para participar en hilarantes cortometrajes, rodando las aventuras de Barra de Acero y su hijo, Indiana Junior Kid Ninja. La cultura visual se refleja también en el capítulo que trata la génesis de la relación entre los padres, incorporando el estilo clásico de las historietas de Bruguera. Andrés, un cantaor flamenco granadino de ideología comunista, conoce a Palmira, una monja gallega de familia falangista. Superando muchos obstáculos, la pareja se fuga para empezar una nueva vida en Barcelona.
La versatilidad de Sánchez combina orgánicamente estilos y narración, integrando distintas estéticas, técnicas y variables, transportándonos a un tiempo pretérito vívido. El cambio de registros cromáticos muestra la evolución de la trama, enriquecida por insertos fotográficos tratados como fotogramas rotoscopiados de animación. La generosa edición del volumen comparte el proceso de elaboración y documentación de la novela gráfica.
La vocación experimentalista es medular en la narración, signada por la honestidad de un ejercicio catártico alejado del sentimentalismo. A instancias de esta premisa por activar el recuerdo, el creador badalonés fabula, sin esquivar las partes más conflictivas de la historia, abordando la subtrama de su madre, el personaje más complejo del relato y honrando la memoria del padre. Isaac Sánchez se desnuda emocionalmente, algo que cualquier lector empático apreciará, entendiendo las miserias que nos moldean y las adversidades que forjan cualquier experiencia vital.