Naftalina

La sombra tóxica del siglo XX

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Ro es una joven argentina que está en un punto de su vida en el que debe decidir su futuro justo en plena crisis del 2001. Su abuela Vilma ha fallecido recientemente y de ella ha heredado su casa y su gato pulgoso. Un lugar que parece idóneo para alejarse de sus padres y estudiar para los exámenes de entrada a la universidad. Pero la casa mantiene la presencia de Vilma por todas las esquinas y repasar la saga familiar en torno a la vida de su abuela va a ir sacando distintos fantasmas que van a servir a Ro para buscar su propio camino en un nuevo siglo lleno de incertidumbres.

Sole Otero (Buenos Aires, 1985) crea en Naftalina una saga familiar que recorre cuatro generaciones de mujeres, y con ellas los fantasmas de la Argentina del siglo XX. Centrándose en la vida de Vilma, Otero va relatando la saga familiar desde sus padres, emigrados de Italia por motivos políticos, hasta sus hijos y nieta. Pero siempre desde el punto de vista de la última generación, su nieta Ro. Así vamos viendo cómo las vidas de las mujeres han estado sometidas a las disposiciones patriarcales de la época. Como la bisabuela de Ro, Genoveva, que nunca aprendió ni a leer ni dejó de usar su italiano natal. Pero especialmente de Vilma, cuya vida giró en torno a la de su hermano, al que tuvo que pagarle los estudios trabajando y ayudarle a ocultar su condición de gay; para luego perder el contacto con él, resentida tras años de sacrificio y traiciones. Tener que renunciar a todos sus anhelos y esperanzas en pro de un concepto de familia impuesto socialmente influyó en el carácter de Vilma, que la aisló del mundo y la convirtió en una manipuladora tóxica para los suyos. Una personalidad difícil que refleja las complicaciones sociales, políticas y económicas de la Argentina del siglo XX. Una época que con fuerza proyectó e impuso su carácter patriarcal sobre sus gentes. La respuesta de Vilma está lejos del feminismo activo. Otero presenta sin juzgarlo el carácter complejo de Vilma, con una actitud quizás poco loable e incapaz de luchar contra las imposiciones sociales, aunque también con sus motivos para no hacerlo.

A esa actitud se yuxtapone la de la joven Ro, la de la juventud ante el nuevo siglo, que debe luchar con los fantasmas del pasado, y comprender que no tiene que estar atada a ellos para construir su propio camino. Otero sitúa esa esperanza justo a principios del siglo XXI de forma muy irónica, justo en el epicentro de una nueva crisis económica y social, sembrando la semilla de una nueva esperanza en el huracán de otra crisis. Nuevos caminos, que vistos veinte años después dan un nuevo giro a la vitalidad de Ro, y acaban de redondear la crítica del retrato de toda una época en esta extensa obra. Y es que parece que el siglo XXI llegó antes a Argentina que al resto del mundo.

Más de 300 páginas con las que Otero ganó la XIII edición del Premio Internacional de FNAC Salamandra Graphic de Novela Gráfica de 2019, un premio que edición tras edición se ha convertido en un sello de calidad de las obras galardonadas. Vuelve a demostrarlo no solo por las muchas aristas argumentales que presenta Naftalina, sino también por cómo están envueltas de una experimentación gráfica continua. Otero no deja de evolucionar y buscar nuevas soluciones a su dibujo en cada obra. Las figuras humanas con grandes cuerpos son como más esponjosas, y pueden cambiar de proporción respecto al espacio para transmitir sensaciones. Un espacio que es muy importante en todo el tebeo. La casa de Vilma es otro elemento central, y su disposición con vistas isométricas en páginas completas se convierte en un recurso continuo que refuerza la historia. Un relato que separa el pasado y el presente jugando con las tonalidades, con páginas de fondo rosado para el pasado y blanco para el presente, pero también con las formas de las viñetas, sin calles en la historia de Ro. Y con la tipografía, usando una de letra ligada para el relato del pasado familiar.

Todo va encajando al milímetro en la saga familiar que construye Otero, y lo hace con naturalidad, uno se sumerge rápidamente en el relato. Si bien realizado en Francia —en parte durante una estancia en la Maison des auteurs— y editado originalmente en España, Naftalina es una obra argentina por los cuatro costados; la historia, los personajes, los escenarios e incluso los usos del lenguaje que Otero pone en boca de los personajes. Otro plus que nos sumerge en otra época para contarnos mucho de la historia de ese país.

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