Sabrina

Soledad, paranoia y teorías conspiranóicas

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Poco sabemos de Sabrina Gallo, a pesar de ser la protagonista del cómic de Nick Drnaso y de que en todo momento la historia gire en torno a ella y su ausencia tras una misteriosa desaparición y a cómo este suceso afectará a seres más cercanos: su hermana Sandra, su novio Teddy, y Calvin, un viejo amigo de este que le acogerá en su casa.

Sabrina arranca con una conversación aparentemente mundana con su hermana en la que hablan de trabajo, de lectura, o de la idea de Sandra de recorrer los grandes lagos en bicicleta la siguiente primavera, y terminará con Sabrina saliendo de su casa en lo que aparentemente es la rutina de un día cualquiera. Desde allí, la narración salta abruptamente a una ciudad en Colorado, donde Calvin, un soldado de la Fuerzas Aéreas especializado en seguridad en las redes, recoge a su amigo de la infancia, Teddy, en el aeropuerto ofreciéndose a alojarlo en su casa tras la desaparición de su novia.

Con Sabrina desaparecida, la narración avanza hacia el modo en el que afrontan el acoso y la difusión de un morboso vídeo viral que abre las puertas a todo tipo de especulaciones. Todo esto llevará a que el cómic no se desarrolle como la historia sobre un crimen, convirtiéndose también en un análisis certero y escalofriante de la naturaleza de la confianza y la verdad, y la erosión de ambas en la era de Internet. Drnaso describe una realidad en la que el drama se convierte en la carnaza ideal para un sector de la prensa, empeñada en morder la pieza, la noticia, como si un perro de presa se tratara, y decidida a estrangularla hasta dejarla seca, llegando incluso hasta el caso de convertir a la víctima y a sus allegados en culpables. Hay que exprimir la pieza hasta el máximo, mientras llega una nueva víctima propiciatoria que haga olvidar el suceso anterior.

Y en todo ello, es de destacar ese gran personaje ausente que es líder de opinión, mostrado en la persona de un cartero en paro que se convierte en predicador radiofónico, un mesías de las ondas que incide en el poder que llega a tener ese colectivo formado por personas solitarias sentadas frente a un teclado y que revientan Internet a base de rumores y especulaciones en busca de una explicación. En Sabrina, redes sociales y medios de comunicación se dan la mano mostrándose como una auténtica factoría de paranoia y teorías conspiratorias. Son, como se menciona en la obra, una minoría reducida capaz de hacerse oír que cree que detrás de cada tragedia, desde la muerte de un famoso hasta los atentados del 11-S, pasando por el asesinato de una joven inocente, existe una conspiración. Gente que, amparada en el anonimato, es libre de acusar y culpabilizar a quien sea, creando una gigantesca bola de nieve que es imposible parar.

Pero además de todo esto, el autor juega con magistral inteligencia con la contradicción que supone la vida en una sociedad interconectada en la que todo se encuentra al alcance de un click, con la de esas personas que viven auténticas situaciones de soledad y aislamiento. Teddy no encuentra manera de relacionarse con nadie, ni siquiera con Calvin. Ante la desaparición de Sabrina, Sandra busca refugio en grupos de terapia a mitad de camino entre Alcohólicos Anónimos y un local de monologistas. Mientras, Calvin busca desesperadamente la manera de recuperar a su mujer y a su hija, que se han trasladado a vivir a Florida. Quizás esa sea la gran paradoja que nos plantea el autor, la de unas redes sociales que en teoría nos mantienen permanentemente conectados a todo el universo exterior cuando, en realidad, cada día estamos más aislados y alejados del mundo real.

En cuanto al aspecto gráfico, hay que decir que Drnaso se muestra excepcional a la hora de crear una atmósfera que contribuye magistralmente al tratamiento de la historia. El dibujo es sencillo, los personajes son escasamente expresivos y rígidos, de manera que, llevando la línea clara a una máxima expresión del minimalismo, solo podemos sentir el vacío y la ausencia que asola a los protagonistas. Los escenarios son casi siempre interiores y vacuos, mientras que las contadas veces en las que la acción transcurre al aire libre o en lugares públicos, da la sensación de estar asistiendo a un escenario postapocalíptico. En una tonalidad de colores suaves y planos, casi fríos, con abundancia de grises, Drnaso captura el vacío de lugares anodinos en los que cualquier objeto que no sea indispensable brilla por su ausencia. Todo ello ubicado en localizaciones gélidas en las que si te alejas cien metros del lugar donde vives, es muy probable que no encuentres ninguna referencia que te permita regresar a casa, dejando al lector con la respiración contenida.

En definitiva, Sabrina es el relato de una pesadilla profundamente estadounidense con diversas caras. Un testimonio en el que el lector puede sentir desde el duelo por la pérdida de un ser querido y las maneras de afrontarlo, hasta la perversión morbosa que los medios y las redes llegan a hacer de un acontecimiento desdichado, sin un ápice de empatía hacia las personas que lo están sufriendo.

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