A toda pastilla

Risa y ternura para todos los públicos

Atodapastilla

Cada vez me merece más asombro, más respeto y me parece más digno de alabanza el encontrar un buen cómic de esos que llamamos «para todos los públicos». Esto es así porque cada vez tengo más claro también que se trata de un trabajo muy difícil —contentar a todos puede ser el mejor camino para no agradar a nadie— y porque, además, estos cómics están destinados a quedar relegados, en el mejor de los casos, a obras meramente infantiles, a tener un reconocimiento más bien escaso —¿recuerdan muchos grandes premios a obras para todos los públicos? Yo tampoco—.

En parte, esta falta de reconocimiento es culpa de quienes ejercemos la crítica de historieta, pues es más fácil que conozcamos y recomendemos aquello que nos corresponde leer por cuestiones de edad. Es por todo esto que, si alguien toma esta reseña como un acto de contrición, tal vez no vaya desencaminado, pero eso no quita ni un ápice del entusiasmo al recomendar esta lectura. Tanto a pequeños como a mayores.

A toda pastilla —disponible también en catalán y en euskera— es una divertida historieta escrita y dibujada con brío por Josephine Mark. Una aventura trepidante que, bajo su capa de humor y sus diálogos rápidos y cortantes, esconde mucha ternura y una historia de solidaridad y de amistad inesperada entre dos personajes completamente opuestos: un lobo con fuerte carácter y un conejo apocado y enfermo.

La enfermedad es precisamente uno de los temas del álbum. El conejo padece cáncer y está en tratamiento de quimioterapia. Sin embargo, esto que el lector sobreentiende no se dice nunca de forma explícita. La propia Josephine Mark se vio obligada a tratarse con quimioterapia años atrás cuando le diagnosticaron un cáncer. La autora, nacida en 1981 cerca de Leipzig, en Alemania, decidió abordar este asunto rompiendo tópicos y franjas de edades, y así creó esta divertida comedia llena de persecuciones, suspense y gags. Una tierna y divertida road movie.

La historia arranca en medio del bosque. Allí se encuentra un hospital especializado en tratar a todo tipo de animales. De repente, irrumpe un cazador, y la bala que iba derecho al pecho de un lobo es desviada, casualmente, por la percha del suero que está recibiendo en vena un conejito. A partir de ese momento, el lobo solitario cuidará y protegerá al ingenuo conejo. ¿Por qué? Él mismo lo explica a su nuevo amigo: «Antes, con tu vía intravenosa, me salvaste la vida. Y ahora me toca a mí salvar la tuya». Es el código de honor de los lobos, explica: proteger y cuidar a quien te ha salvado la vida. «No tenemos muchas reglas, ¡pero esta es sagrada!», añade.

Lobo y conejo huyen bosque a través, pero el cazador y su perro no se darán por vencidos y les perseguirán sin tregua a lo largo de casi doscientas páginas. Josephine Mark sabe desarrollar la aventura manteniendo al lector siempre en vilo, sin que el interés decaiga. A lo largo del episodio asistiremos al divertido contraste de personalidades entre el lobo y el conejo. En otros momentos, el primero habría devorado al segundo sin dudarlo y, sin embargo, aquí hace gala de un interés, de una paciencia y de una sensibilidad sin igual bajo su capa de eterno gruñón.

El lobo demostrará también su ingenio al ser capaz de poner inyecciones, proteger al pequeño del frío o preocuparse de su buena alimentación. También resultará ser muy hábil conduciendo coches y motos para escapar de sus perseguidores. El contraste radical entre los dos protagonistas, tanto en su físico como en su carácter, añade notas de humor a la historia y permite que asistamos a divertidos momentos cuando hablan y cuestionan su educación, su alimentación o el comportamiento de su propia especie.

El álbum introduce momentos de reflexión, aunque siempre vienen acompañados de una sonrisa. A toda pastilla nos explica que la amistad y la complicidad pueden darse incluso entre aquellos que son completamente opuestos y nos invita a seguir adelante y a no desfallecer pese a tener pruebas tan duras que superar como una enfermedad. Y lo mejor es que lo explica sin caer nunca en el tono didáctico, sin dejar de ser ante todo una aventura llena de humor.

Josephine Mark utiliza un dibujo simple pero expresivo, muy adecuado para insuflar energía a esta historia llena de movimiento y cambios de escenario, que se lee con el mismo ritmo acelerado con el que se mueven sus personajes. Un dibujo reforzado por un color de acuarela que remite al trabajo de Mark como ilustradora. A toda pastilla recibió el prestigioso Premio Max und Moritz al mejor cómic infantil en el festival de Erlangen. Un feliz reconocimiento, siempre que no impida que lectores de todas las edades se acerquen sin prejuicios a este trabajo y lo disfruten. Descubrirán un cómic muy divertido.

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